Los milagros existen. Y cuando es en tiempos de Trump, se hacen más notorios y dan más alegría. Eso lo constató este inmigrante mexicano.
Por: Oso Oseguera
Entre aplausos y gritos que lo entusiasmaban, Felipe Molina, de 25 años, acudió a la oficina de inmigración en Charlotte, Carolina del Norte, para cumplir el mandato de una orden de salida, es decir, de abandonar Estados Unidos. Pintaba para ser un amargo Día de San Valentín para él. Tres años antes, Molina fue noticia cuando fue detenido en San Diego, California y fue amenazado y golpeado por los carceleros en el centro de detención Otay por su orientación sexual.
Esta ocasión, Felipe acudió a la oficina del ICE en Charlotte para que se le notificara si sería deportado. Sin embargo, no ocurrió así. Y es que la incertidumbre de Felipe era grande: “Cualquier cosa podía pasar… que me mandaran a México u otra cosa”, le dijo a Mundo Hispano. Felipe Molina vive en Durham, Carolina del Norte, donde recibió el apoyo incondicional de quienes lo conocen.
“Iba preparado para las peores cosas… pero pasó lo mejor”, dice. Y es que durante la audiencia que tuvo, la autoridad de inmigración le notificó que podrá quedarse en el país al menos hasta que la Corte de Apelaciones del cuarto circuito del orden federal resuelva la apelación presentada por un juez que le negó el asilo.
Así que al salir de las oficinas lo abrazaron, le echaron porras y coreaban su nombre. Él no pudo contener la sonrisa durante la entrevista. Estaba feliz.
“Cuando la comunidad se une, las cosas pueden cambiar”, dijo convencido. Felipe se refiere a que decenas de miembros de su comunidad en Durham se comunicaron al Servicio de Inmigración y hablaron bien del muchacho. También la intervención del congresista federal demócrata, J.K. Batterfield, quien envió una carta al ICE para dar cuenta de las referencias de Felipe.
El congresista explica en la carta que Felipe no tiene antecedentes penales ni es una amenaza para el Estado. De hecho, pide que se retenga en este país para que concluya su educación como enfermero. Su abogada, Helen Parsonage, informó que el siguiente paso es avanzar con la apelación y “esperamos tener un buen resultado”, dijo.
Felipe agradeció a todos los que lo apoyaron. Mostró agradecimiento infinito. Él, mejor que nadie, sabe que la comunidad unida sí da resultados. Y él podrá caminar libremente por Durham, en tanto, se resuelva la resolución.