Lo que les falta de estatura, lo suplen con el corazón. Fueron a Europa y como verdaderos gigantes, ganaron el campeonato mundial de básquetbol.
Ellos son nuestros Harlem Globetrotters.
Porque para alcanzar sus logros, se necesita algo de “magia”.
La selección de la Academia Indígena de México (AIM), mejor conocida como “Los Niños Triquis”, se hizo este fin de semana del campeonato en el Mundial de Barcelona 2016 de básquetbol, luego de vencer 39-18 al Gravelins de Francia.
Este equipo de niños indígenas del estado de Oaxaca, México, saltó a la fama mundial hace tres años por la nobleza del proyecto y porque algunos preferían competir descalzos, como están acostumbrados en las zonas marginadas del estado de donde son originarios.
Ahora suman felicitaciones por doquier.
Los Niños Triquis vuelven a llenar de orgullo a México con su triunfo en la Copa Mundial de Barcelona 2016. ¡Gracias y muchas felicidades!
— Enrique Peña Nieto (@EPN) July 3, 2016
Incluso entrenan con los profesionales de la NBA.
Y es que el “Proyecto Triqui” les ha brindado a través del deporte, una oportunidad a niños que de otra forma, casi estarían condenados a pasar su infancia trabajando en el campo y sin educación.
“Uno de los objetivos era que un niño indígena tuviera las mismas oportunidades que uno de la ciudad, que tuviera sus tres comidas al día, una educación digna y pudiera desenvolverse fuera de sus regiones, de sus montañas”, dijo el director e impulsor del programa, Sergio Zúñiga, a El Financiero.
El pueblo indígena Triqui habita en el noroeste del estado de Oaxaca, con una población aproximada de 25,000 personas. Hablan la lengua Triqui y conservan sus usos y costumbres. Lejos, muy lejos del desarrollo en el país.
“Cuando hay hambre se tiene otra actitud, ellos vivieron un proceso en el que comprendieron que cuando más se esforzaban, más corrían, ganaban y sobresalían tenían mejor calidad de vida”. – Sergio Zúñiga.
Lo más encomiable, es que el éxito de estos pequeños rebasa el ámbito deportivo. Gracias al “deporte ráfaga”, varios miembros del equipo han logrado recibir becas en el extranjero y mejorar su calidad de vida.
En 2014 se informó que dos de ellos estudiarían en las Islas Canarias con becas completas otorgadas por la NCAA y otros cinco en Los Ángeles.
El resto ha tenido satisfacciones más discretas, pero no menos importantes. “Llevar ropa y comida a sus casas, salir poco a poco de la pobreza”, según Zúñiga.
Sin duda su historia es inspiradora y recuerda que la grandeza se mide por el tamaño del corazón.
¡Gigantes!