La vida da vueltas, a veces demasiado pronto. Eso lo aprendieron en solo dos semanas los granjeros de California que apoyaron a Trump y ahora temen perder millones de dólares por las amenazas de deportar a la mayoría de sus trabajadores.
Por: Omar Porcayo
“Perro que ladra, no muerde”, eso pensaban muchos de los propietarios de granjas de cultivo en el Valle Central de California cuando escuchaban la retórica antiinmigrante de Donald Trump en campaña. Y es que a pesar de estar conscientes de que la mayoría de sus trabajadores no tienen autorización legal para laborar en el país, creyeron que no se verían afectados si el empresario ganaba la presidencia.
Atraídos por las promesas de Trump de reducir impuestos y regulaciones, muchos empresarios de la zona que se extiende por más de 372 millas entre el Valle de Sacramento y el Valle de San Joaquín, se colocaron la gorra roja con la frase “Make America Great Again”, solo para pasar del desencanto al miedo en tiempo récord.
El presidente de los Estados Unidos emprendió una cruzada ideológica en contra de los inmigrantes y no piensa detenerse por cuestiones económicas, ni siquiera si van en detrimento de las personas que lo llevaron al poder.
“Si solo tuviéramos trabajadores legales, algunas partes de esta industria y esta región no existirían… Estas personas (inmigrantes indocumentados) han trabajado para nosotros por mucho tiempo y nosotros dependemos de ellos”, dijo a The New York Times el granjero Harold McClarty, quien se dedica al cultivo, empaquetamiento y distribución de duraznos y uvas.
“Si los mandamos a todos de vuelta, será un desastre”, agregó McClarty.
De acuerdo con una investigación de la Universidad de California, el 70 % de los trabajadores agrícolas en los Estados Unidos son inmigrantes sin autorización. A decir de varios granjeros entrevistados por NYT, los empleadores saben de la situación irregular, pero aun así los contratan por un promedio de 11 dólares por hora.
Cegada por su encono hacia los inmigrantes, la administración de Trump ignora que la mano de obra ya estaba escasa y hacía menos competitiva a la industria estadounidense.
“Estamos rogando por trabajadores, está muy desolado”, expresó a CNN Tom Nassif CEO de Western Growers, una organización que representa a los granjeros estadounidenses.
Datos de 2015 del centro de investigación Pew ya habían alertado que más inmigrantes mexicanos estaban regresando a su país de los que llegaban a la Unión Americana. Es de esperarse las políticas agresivas de Trump incrementarán el fenómeno.
Ahora más que nunca las agrupaciones de granjeros están seguros que la solución es la regularización de la situación migratoria de los millones de trabajadores provenientes de México y Centroamérica. Su expulsión sería un golpe terrible para la región que más alimento produce para el país.
Hasta los congresistas locales de extracción republicana están abogando junto a confederaciones de productores por un camino legal a la ciudadanía, pero se topan con una pared en Washington.
Lamentablemente para los más de 6 millones de habitantes de la zona que viven de la actividad agrícola, el gobierno federal no solo ataca la inmigración indocumentada, sino también los convenios legales de trabajadores temporales. Reportes de prensa han documentado que las autoridades han endurecido el proceso para la emisión de visas a mexicanos.
#SoloEnTwitterSeVen a gringos felices por que #Trump les regresó sus trabajos. #EresFakeCuando #MiPaisEsMejorPorque pic.twitter.com/ztZ94zVDmr
— Juan Fractal (@Afractal22) January 31, 2017
Para colmo de males, Trump ha amenazado con sacar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Una resolución de ese calibre afectaría a las granjas californianas que exportan a México productos por 21 mil millones de dólares al año.
“Si se van (los trabajadores indocumentados) yo estaría en quiebra mañana mismo”, dijo a NYT Maria Valero, dueña de una tienda de regalos en Fresno. Y es que el derrumbe de la industria agrícola en el Valle Central tendría también daños colaterales para sus habitantes.
Arrepentidos, temerosos, enojados, son muchas las sensaciones que permean entre los granjeros que confiaron en Trump. Otros, los menos, aún pecan de inocentes creyendo que es una persona razonable.
“Todo sucedió tan rápido”, dijo Jeff Marchin, “Confío en que se dé cuenta de lo que está sucediendo aquí”.