Bióloga, activista, mexicana, una mujer, como pocas.
Por: Omar Porcayo
Bióloga y luchadora incansable por la preservación del ecosistema mexicano, especialmente de la fantástica Selva Lacandona ubicada en su mayor parte en el estado de Chiapas, Julia Carabias Lillo, será galardonada con la medalla Belisario Domínguez, la máxima condecoración que el Senado de México otorga a los ciudadanos más eminentes.
Y es que la multigalardonada científica emanada de la Universidad Nacional Autónoma de México sale de lo convencional: ha desarrollado su trabajo por igual en la academia, que sobre el barro de la intrincada maleza chiapaneca, o en el gobierno mexicano como secretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, durante la administración de Ernesto Zedillo.
Su lucha por la ecología le ha otorgado reconocimientos a nivel mundial como los premios Getty (2001), Cosmos (2004), Campeones de la Tierra de la ONU (2005) y Alexander von Humboldt (2011).
¡Gracias a sus propuestas y respaldo ciudadano logramos #UnaMujerParaLaBelisario!
Este año, la Belisario Domínguez reconoce la causa ambientalista y la ponderación de la ecología por encima de la economía.
Por 1era vez, será otorgada a una ambientalista: Julia Carabias pic.twitter.com/jfSKiAOuOD
— Zoé Robledo (@zoerobledo) November 30, 2017
De igual manera le ha acarreado problemas y enemigos con intereses económicos millonarios en la explotación de áreas protegidas. En abril de 2014, Carabias Lillo fue secuestrada en la selva de Chiapas, como resultado de su trabajo para preservar la selva como área natural protegida, pero eso no menguó su valentía para hacer lo correcto.
“Hay un problema de gobernabilidad en la Comunidad Selva Lacandona (CSL). Hay un problema de tierras. Hay un problema de deslindes y, en ese escenario, me llevan a mí”, dijo a Proceso luego de haber sido liberada de su cautiverio.
Julia Carabias: Así me secuestraron* / una entrevista de @Arturo_Rdgz https://t.co/W0WeHORMM7
— Proceso (@revistaproceso) December 1, 2017
Y es que el trabajo de la mexicana trastoca las ganancias de muchos grupos que pretenden explotar el último reducto de selva húmeda tropical que queda en México y es hogar de una biodiversidad única.
“Ahí, se produce el 30 % del agua dulce de México que nutre las pesquerías de Tabasco; vive el 50 % de las aves de México, entre éstas la guacamaya roja; el 40 % de las mariposas; el 30 % de mamíferos, muchos de ellos en peligro de extinción como el tapir, el jaguar y el mono araña… Una diversidad de flora y fauna que la hacen no sólo valiosa para ambientalistas y quienes la habitan, sino para todo el país”, expresó la valiente profesora.
Es su afortunada terquedad y rebeldía, la que reconocen con justa razón los senadores mexicanos.
“Ha sido una luchadora constante por la defensa del medio ambiente… desde su incomodidad ha logrado una de las grandes causas que no seremos nosotros, quizás serán nuestros nietos o bisnietos los que se lo van a agradecer”, expresaron miembros del Senado al anunciar la entrega de la medalla el próximo 5 de diciembre.
Se trata de apenas la sexta mujer en recibir el galardón desde 1953.