Irrumpen indígenas mexicanos en el sistema dominado por los clásicos políticos.
Por: Omar Porcayo
Las estadísticas indican que la persona más pobre y marginada en México debe ser indígena y mujer, dos de los sectores demográficos con los que ese país tiene las deudas históricas más grandes. Es por eso que la precandidatura de María de Jesús Patricio a la Presidencia de la República no puede pasar desapercibida.
Mejor conocida como “Marichuy”, esta jalisciense de 53 años busca obtener oficialmente la candidatura por la vía independiente como vocera del Congreso Nacional Indígena.
Aunque la empresa luce a priori imposible, la ex docente de medicina herbolaria de la Universidad de Guadalajara ha logrado congregar en sus mítines a miles de personas, especialmente en zonas indígenas de Chiapas, donde se encuentra la zona de influencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que impulsó su candidatura.
“Llegó la hora de los que nunca han tenido voz, nunca más sin nosotros”, ha proclamado “Marichuy” en sus breves y concisos discursos, que buscan visibilizar el alto grado de marginación en el que se encuentran los indígenas en México.
Los indicadores económicos, educativos y de salud en México, siempre tienen un abismo en sus gráficas cuando pasan por las poblaciones autóctonas de estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
“Mi papá era agricultor; yo iba con él al campo, en la tarde estudiaba y en la noche le ayudaba a mi mamá con mis hermanos pequeños”, dice sobre su historia personal una mujer que se negó a su destino y optó por los libros como su arma para defenderse en un mundo hostil.
“¿Puede el país ser cambiado desde abajo, por los que menos tienen y no figuran en la historia patria?”, se preguntó el escritor Juan Villoro en un ensayo sobre “Marichuy” publicado en la edición 2,141 del semanario Proceso.
“En la escuela primaria se encomia la grandeza guerrera de los aztecas y el refinamiento matemático de los mayas, pero no se estudian sus idiomas, su cosmogonía ni sus costumbres. Algo aún peor: no se habla de ellos en tiempo presente. Y sin embargo, más de 10 millones de mexicanos son modernos en la medida en que son indígenas”, reflexiona Villoro acerca de la forma en que el México contemporáneo sigue ignorando al indígena.
“Proteger a los pobres, al medio ambiente, no recibir dinero de corporaciones, ni del estado”, son las promesas de campaña de “Marichuy”, inusuales para un sistema político secuestrado por un puñado de partidos políticos con agendas particulares y que tergiversan sus ideologías según su conveniencia.
Esa misma camarilla de partidos políticos que pocas veces logran ponerse de acuerdo en políticas públicas, construyó de manera unánime un muro blindado en contra de candidatos independientes como “Marichuy” y validaron el requerimiento de juntar más de 600,000 firmas para que el Instituto Nacional Electoral, entregue la constancia para poder participar en las elecciones federales.
Si “Marichuy” obtiene o no las firmas necesarias es un misterio, pero su sola presencia dentro de los contendientes irrumpe en un sistema renuente a hacer partícipes a los pobres, a las mujeres y a los indígenas.