Nuestros antepasados tienen aún muchas cosas por contarnos. Encriptados al interior de sus fascinantes pirámides, el mundo maya sigue revelando maravillosos secretos, en pleno siglo XXI.
Por: Omar Porcayo
Enclavado en la selva de Chiapas, se encuentra el “Templo de las Inscripciones” o “Casa de las Nueve Lanzas Afiladas”, ahí reposan los restos de Pakal o Pakal el Grande desde hace 1,333 años, pero los arqueólogos mexicanos han realizado un hallazgo que revoluciona todas la teorías sobre la concepción del universo de los mayas, y la construcción de la monumental pirámide.
Se trata de un complejo sistema hidráulico compuesto por canales que corren por debajo del subsuelo del templo y la cámara funeraria del gobernante. De acuerdo con científicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), podría tratarse de una representación simbólica del sinuoso camino que conduciría a K’nich Janaab’ Pakal, “Escudo Ave-Janaab’ de Rostro Solar”, a las aguas del inframundo.
Además, el descubrimiento cambia la teoría de que la construcción se realizó a partir de la cámara funeraria. En realidad, el centro debió elegirse a partir de la existencia de un manantial.
“Este hallazgo cambia la perspectiva de cómo se construyó el templo”, dijo a la INAH TV, Arnoldo González Cruz, director del Proyecto Arqueológico Palenque.
“Es muy importante este descubrimiento, tiene mucho simbolismo, hay muchas expresiones gráficas que asocian al personaje con el agua”, explicó.
Según la mitología maya, el alma del legendario gobernante embarcó en las aguas de los canales para descender al mágico mundo de los muertos y renacer al de los vivos a través de una cueva.
El templo está en la localidad que actualmente se conoce como Palenque, es la edificación más importante de la antigua ciudad de “Lakam Ha”, capital del reino de “B’aakal”, una de las más importantes de la cultura maya del período clásico.
Fue la primera edificación descubierta que servía como tumba para glorificar a un gobernante en Mesoamérica.
Secretos ancestrales
Justo hace un año, en Chichén Itzá, la capital más sobresaliente del mundo maya, el descubrimiento de un cenote debajo del “Templo de Kukulcán”, maravilló a todo el mundo.
Y es que los científicos mexicanos descubrieron que debajo de la conocida pirámide, había un cenote, mismo que coincidía con otros cuatro, alineados milimétricamente en los puntos cardinales, en un soberbio desplante matemático y arquitectónico.
Lejos de la cultura maya, en Teotihuacán, también siguen floreciendo nuevos datos en las pirámides del Sol y de la Luna. Gracias a los adelantos técnicos, se han logrado hacer excavaciones que demuestran el profundo nexo de la vida social con la concepción del inframundo y una vida después de la muerte.
Para darse una idea de todo lo que falta por conocer de nuestros antepasados, basta con saber que en Teotihuacán, solo se ha explorado el 5% de sus 23 kilómetros cuadrados de extensión, en un siglo de estudios.
¿Imaginas todo lo que tienen por contarnos?