Iowa, Indiana y Wisconsin, llevaron a Trump a la Casa Blanca, pero ahora son víctimas de su pelea con México.
Por: Omar Porcayo
Según la cosmogonía maya, los hombres fueron hechos de maíz. Cientos de años después los mexicanos, herederos de esa tradición han hecho del maíz el producto base de su alimentación, de su cultura y recientemente el arma con la que pretenden hacerle frente a la amenaza que representa para su economía Donald Trump.
El movimiento denominado “No Maíz Gringo” que presuntamente nació en Arizona gracias a dos inmigrantes mexicanos que buscaban responder al acoso de las autoridades a la comunidad latina ha tomado otra dimensión hasta llegar al Senado en México y convertirse en un ariete para las negociaciones del Tratado de Libre Comercio en perjuicio de miles de productores en estados pro-Trump como Iowa, Indiana y Wisconsin.
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— Luis Ávila (@phoenikera) February 20, 2017
Y es que México es el segundo importador más importante de maíz en Estados Unidos con un consumo de 2.6 mil millones de dólares anuales, producto de la compra de 13,800 toneladas métricas.
En medio de las tensiones provocadas por Trump, ya han surgido propuestas entre los representantes federales mexicanos para dejar de comparar en definitiva el maíz producido en Estados Unidos fomentando la producción nacional o buscando a otros productores en Sudamérica.
“Si perdemos a México como cliente, será totalmente devastador para la agroeconomía”.
De acuerdo con un reporte del Departamento de Agricultura de Estados Unidos titulado, “Grain: World Markets and Trade 2017”, las exportaciones a México se triplicaron en los últimos tres años, representando un consumidor vital para la actividad económica del llamado “cinturón del maíz” en el medio oeste.
Es precisamente esa dependencia la que tiene en vilo a miles de granjeros en las regiones que irónicamente fueron pieza clave en el triunfo de Donald Trump, que impulsó su campaña gracias a una retórica antimexicana, muy crítica del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
@ursulacamba @DeniseDresserG
Ldistancia nos separa,pero la sangreYla cultura nos unen,apoyemosAnuestros hermanos migrantes! #NoMaizGringo pic.twitter.com/6ieDp09Yva— JAQUBER (@JAQCUBER) March 26, 2017
“Si perdemos a México como cliente, será totalmente devastador para la agroeconomía”, dijo a The New York Times Philip Gordon, productor de maíz, soya y trigo en Saline, Michigan.
Para Gordon cuya familia ha conservado su granja desde hace 140 años, Trump debe dejar a un lado su animosidad contra México y pensar en los productores estadounidenses que votaron por él.
“Planeo llamarle a la Casa Blanca y recordarle que necesitamos del comercio, él es un hombre de negocios… Entiende todo el apoyo que recibió de la comunidad agrícola”, expresó.
A partir de la entrada en vigor del TLC, Estados Unidos logró ganar hasta el 36% del mercado de maíz en México gracias a los subsidios que recibieron los granjeros del gobierno federal y que hicieron poco competitivos a los productores mexicanos que gradualmente dejaron el campo y muchos se vieron forzados a emigrar al norte de la frontera.
“La retórica de campaña fue muy exagerada, pero es un misterio qué acciones realmente saldrán de la Casa Blanca”, dijo al diario neoyorquino Todd Hulman, analista de granos en DRN, un servicio de noticias y datos agrícolas.
Un supuesto borrador de las negociaciones que pretende llevar a la mesa Estados Unidos difundido por Wall Street Journal dejó ver que la posición de Washington es mucho más mesurada de lo que Trump manifestó en campaña. El diario calificó como “cambios sutiles” los que pretenden proponer.
A pesar del cambio de tono el daño por las agresiones de Trump ya está hecho, pues hay académicos y legisladores mexicanos que piden aprovechar el momento para recuperar la autosuficiencia alimentaria y disminuir la compra de granos a Estados Unidos.
“Trump ha sacado a los mexicanos de su zona de confort”, explicó Alejandro Vázquez Salido, director de la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios (Aserca).
“Estamos comenzando a dirigirnos hacia donde debimos hacerlo desde hace mucho tiempo: tratar de producir internamente lo que estamos importando”, dijo Vázquez.
Obviamente que el campo estadounidense nunca calculó el costo que tendría en su economía votar por un candidato con tal animadversión a su principal socio comercial.
“Las relaciones con nuestros compradores (mexicanos) se están enfriando en este momento”, confesó Tom Sleight, presidente y director ejecutivo del U. S. Grains Council a NYT. “En general, hemos tenido una relación muy simbiótica, pero recientemente se ha complicado un poco. Los mexicanos están diciendo: ‘¿Por qué nos hacen esto? Hemos sido sus mejores clientes’”.