Los productores de cerdo en Iowa que hicieron ganar a Trump tiemblan ante la venganza mexicana.
Donald Trump ganó con amplitud las elecciones presidenciales de 2016 en Iowa. A nivel estatal le sacó 10 puntos porcentuales a Hillary Clinton, pero en las regiones rurales su ventaja fue avasalladora, con distritos que le dieron hasta el 81.4 % de los votos. Solo un par de urbes como Des Moines se pintaron de azul.
Ahora son precisamente esas regiones de la Norteamérica profunda las que tiemblan ante la guerra comercial que ha desatado el presidente en contra de los principales socios de la industria agrícola en el país.
Hace una semana Trump anunció aranceles a las importaciones de acero y aluminio provenientes de México y Canadá. Como respuesta, el gobierno mexicano impuso una serie de tarifas compensatorias con milimétrica precisión, pues apuntó directamente a la base republicana.
El martes el Secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, reveló la serie de productos que tendrán que pagar un arancel al ser exportados a México. Entre otros bienes como quesos, manzanas, papas, arándanos y el whisky “Tennessee” o Bourbon, se encuentra la carne de cerdo, que le duele especialmente a Iowa.
“Estos aranceles son potencialmente devastadores para los granjeros de Iowa que crían cerdos y la economía rural de Iowa”, dijo a Des Moines Register, Gregg Hora, presidente de la Asociación de Productores de Puerto de Iowa.
La preocupación de los productores estadounidenses es comprensible, pues México es el principal consumidor de carne de puerco de los productores de Iowa con compras por más de $1,500 millones de dólares al año.
“Devolveremos los golpes dólar a dólar”, aseguró Guajardo, entrampado en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
“Esos granjeros sabían que estaban votando por un proteccionista. Ahora están cosechando lo que sembraron, por irónico que suene eso”
El costo por la tarifa del 20 % a las piernas de cerdo en México se trasladarían al consumidor, reduciendo su demanda poco a poco. Ante ese escenario, las autoridades mexicanas ya planean buscar un sustituto para no impactar la cadena de distribución, ni golpear el bolsillo de los mexicanos.
“Seguramente podemos compensar las importaciones y traerlas de Europa, de algunos países europeos”, confío Guajardo.
“Los granjeros estadounidenses están nerviosos, cuando pierdes una parte del mercado es muy difícil recuperarla”, dijo a The Washington Post, Luis Ribera, profesor de economía agrícola en Texas A&M University.
Y es que hay un antecedente inmediato del duro impacto que pueden recibir los productores estadounidenses cuando México contraataca. A principios de año México sorprendió a la industria estadounidense al incrementar dramáticamente sus importaciones de maíz de Brasil, uno de los productos que más importa de los Estados Unidos.
Ante la preocupación de varias organizaciones de productores, la Casa Blanca trató de tranquilizarlos, pero solo logró incrementar su nerviosismo.
“Ciertamente el presidente está haciendo todo lo posible por proteger a los granjeros estadounidenses y los negocios, por lo que está negociando con un buen número de países. Pero también quiere asegurarse de terminar con las prácticas comerciales injustas”, dijo la secretaría de prensa, Sarah Huckabee Sanders.
Trump insiste en que México se ha aprovechado de Estados Unidos argumentando que existe un déficit comercial, es decir, que la Unión Americana compra más de lo que vende, lo que es cierto, pero no necesariamente injusto.
En 2016 los Estados Unidos exportaron $18,700 millones en productos agrícolas a México e importaron $23,800 millones, para un diferencia de $5,100 millones.
“El déficit comercial se ha incrementado porque venimos saliendo de una recesión y la gente está consumiendo más cosas, nos gusta comer fresas frescas y aguacates en invierno y los dos productos vienen de México”, explicó Kathy Baylis, profesora asociada de economía agrícola en la Universidad de Illinois.
El comercio no es para nada unidireccional, de hecho, tres cuartos de todos los bienes agroalimentarios que importa México provienen de Estados Unidos.
En solo 500 días en el cargo, Trump se ha enemistado con los principales socios comerciales del campo estadounidense. China, Canadá y México, se han mantenido estoicos y listos para la guerra comercial, pues saben dónde pegarle y dónde le va a doler más a los republicanos.
“Los productores no quieren aranceles a sus exportaciones y los socios comerciales lo saben, por eso contraatacan precisamente en esos estados -republicanos-“, dijo a CNBC el analista de The New York Times, Jim Stewart.
Camino a elecciones intermedias en varios estados, la factura le puede llegar muy pronto a Trump, pues solo hay algo más fuerte que la filiación partidista en Estados Unidos y esas son las cuentas bancarias.
“Esos granjeros sabían que estaban votando por un proteccionista. Ahora están cosechando lo que sembraron, por irónico que suene eso”, expresó Tom Bryant, analista económico respecto a un análisis de Wall Street Journal, titulado “México y Canadá se unen a las naciones que hacen temblar a los granjeros estadounidenses”.
“Los agricultores deberían estar realmente temerosos del tremando daño económico recíproco, las tarifas motivadas políticamente que apuntan a sus negocios ciertamente lo tendrán. ¿Dónde están sus legisladores y funcionarios electos haciendo que sus voces sean escuchadas en la Casa Blanca? Trump solo ve ‘ganadores’ de su populismo instintivo, pero también habrá muchos ‘perdedores’ muy reales”, secundó William J. Brown, líder en comercio electrónico.
Los daños a la economía agrícola en la administración Trump no se restringen a estos aranceles. Desde los primeros días de su administración y producto de su ofensiva antiinmigrante, la fuerza laboral inmigrante, que es pieza clave en la industria, ha escaseado, provocando pérdidas en la producción y un alza en los costos.
Omar Porcayo está en Twitter: @omarporcayo