Eduardo Pacheco escribía los nombres de los muertos en un club nocturno de Orlando en un papel color verde brillante extendido sobre el capó de un auto, al preparar una vigilia para las víctimas. Las lágrimas le obligaron a interrumpir su trabajo.
Por: Sergio Bustos y Tamara Lush (AP)
PONCE, Puerto Rico — Cinco de los nombres en la lista eran de amigos suyos, todos de Ponce, Puerto Rico. La isla se prepara para la noticia de una ola de muertes a raíz del ataque del domingo por la madrugada al club gay Pulse, que realizaba una velada latina. Los dolientes, de todas las edades, aferraban carteles y velas en la vigilia del lunes por la noche en esta ciudad costeña del sur todavía anonadada por la noticia.
“Fue una pérdida tremenda. Era un gran ser humano. Los cinco lo eran”, dijo Pacheco acerca de su mejor amigo, uno de los muertos, y las otras cuatro víctimas. Dijo que dos de ellos estaban de vacaciones en Orlando mientras que los otros tres se habían mudado allí recientemente.
Activistas LGBT comprobaron con estupor la cantidad de apellidos típicos de Puerto Rico entre las víctimas.
Hasta el momento, casi “todos los nombres de las víctimas parecen ser puertorriqueños”, dijo Karina Claudio Betancourt, funcionaria de la Fundación Sociedad Abierta, al escuchar la lista.
La masacre fue un golpe particularmente duro para la comunidad LGBT de Ponce. Muchos conocían a las cinco víctimas, algunas de las cuales se habían mudado a Orlando en busca de trabajo y para huir de una crisis económica que ha provocado el mayor éxodo de isleños al continente en décadas.
Muchos, como Leroy Valentin, de 25 años, eran músicos o bailarines.
Valentin había tocado en la banda municipal de Ponce durante 10 años y era miembro de un cuerpo de baile. Su música preferida era el reggaetón y era fanático de la cantante pop Christina Aguilera. Se había mudado a Orlando dos años atrás, pero había realizado una visita sorpresiva a Puerto Rico hace un par de meses, dijo Pacheco.
“Era una persona humilde y amable que le gustaba ayudar a los demás y era respetuoso”, dijo Pacheco.
Más de 200 personas se congregaron en una plaza histórica en Ponce para recordar a las víctimas de Omar Mateen, quien abrió fuego en el club con un fusil semiautomático AR-15 y una pistola. Al menos 49 personas murieron y 53 resultaron heridas.
El miedo ante la peor masacre de la historia moderna estadounidense casi hizo fracasar la vigilia en Ponce, dijo Omar Ruiz, uno de los organizadores.
“Mucha gente me dijo que tenía miedo de venir porque lo mismo podía suceder aquí”, dijo Ruiz, y añadió que pidió seguridad a la policía.
Muchos se declararon furiosos porque los jóvenes fueron a Orlando en busca de una vida mejor y acabaron acribillados.
“Es un golpe a la democracia de la que tanto hablan en Estados Unidos”, dijo Yan Serrano Rosado, miembro de un grupo promotor de los derechos humanos en Ponce.
El gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla, declaró una jornada de luto para el viernes.
“Espero que este incidente desgraciado nos vuelva más conscientes de la importancia de erradicar el odio en todas sus manifestaciones”, dijo el mandatario. “Que Dios nos dé fuerza, paz y serenidad en este momento amargo”.
Pedro Julio Serrano, un conocido activista por los derechos gay, dijo que su “corazón está hecho pedazos”.
“Esto golpea muy de cerca el corazón de la comunidad LGBT puertorriqueña. Es una tragedia indecible y pudiera haber sido cualquiera de nosotros”, dijo Serrano a la Associated Press poco después de v0olar a Orlando para consolar a sus amigos.
Desde hace años, miles de puertorriqueños van a Orlando y otras poblaciones del centro de Florida en busca de trabajo. A medida que se agrava la crisis financiera de la isla, el flujo ha aumentado, incluso de ciudadanos LGBT, dijeron activistas.
“La mayoría se fue en busca de un futuro mejor”, dijo Ruiz. “Desgraciadamente, perdieron la vida. Ahora debemos luchar para que no haya sido en vano. Que esto nos dé fuerzas como comunidad”.
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David McFadden en Puerto Príncipe, Haití contribuyó a este despacho