El trabajo sobre la reacción de los mexicanos ante la tragedia de Ayotzinapa se llevó el galardón.
Por: Omar Porcayo
En septiembre de 2014 la desaparición de 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa en Guerrero, México, movilizó a un gran sector del país con un solo objetivo, la exigencia de encontrar vivos a jóvenes atacados por un comando integrado por criminales y policías locales.
Esa inusual cohesión social en una situación tan compleja y tristemente común en México (narcoviolencia), originó un estudio sociológico de parte del investigador de la UNAM, Tommaso Gravante, que le ganó el primer lugar en la Séptima Competencia Mundial para Jóvenes Sociólogos (Seventh Worldwide Competition for Junior Sociologists), organizada por The International Sociological Association (ISA).
El trabajo “Desaparición forzada y trauma cultural en México. La construcción de una nueva narrativa social a partir del Movimiento de Ayotzinapa”, se convirtió en el primer ganador en lengua española y el primero proveniente de una universidad hispanohablante, pública y latinoamericana, en el certamen realizado cada cuatro años en la víspera del Congreso Mundial de Sociología.
El investigador del Laboratorio de Análisis de Organizaciones y Movimientos Sociales (LAOMS) del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, se impuso a más de 300 propuestas inéditas provenientes de todo el mundo.
“Mi primera reacción fue de incredulidad, pero después lo asumes con mucha satisfacción porque no solamente es un trabajo personal, sino una labor colectiva de la UNAM; además, te percatas de que determinados procesos que parten desde la gente común tienen un alto impacto no sólo en la academia nacional, sino en la internacional”, dijo al departamento de difusión de la UNAM, Gravante, inmigrante italiano que ya se considera “mexicano”.
Ayotzinapa marcó un antes y un después en el sexenio del actual presidente Enrique Peña Nieto, pues la sociedad tomó como una bandera en contra de la corrupción y el narcoestado la figura de estudiantes que se encontraban en el momento y lugar equivocado.
“Quizá fue eso en lo que se fijó el jurado, en cómo me acerqué acerqué a la problemática de la desaparición forzada en el movimiento de Ayotzinapa, en preguntarme por qué tanta gente común se había movilizado en este evento, sobre todo el primer año; me la jugué un poco al intentar hacer una investigación desde otro corte”, dijo sobre el trabajo que incluyó 70 entrevistas a participantes en marchas y protestas de octubre de 2014 a septiembre de 2015.
“Entre los resultados más relevantes está el proceso de humanización que se dio a las víctimas, ya no eran números, sino caras, nombres, apellidos y familias, y este proceso permitió construir un circulo entre la población urbana en la Ciudad de México y la componente rural, que era de estudiantes estigmatizados”, explicó.
Hasta el día de hoy no hay una explicación concluyente del gobierno sobre lo que pasó aquella noche trágica del 26 de septiembre en Chilpancingo, capital de Guerrero.