Y esto solo fue una "probadita" de lo que sería el país sin nosotros.
Por: Omar Porcayo
“Mucha gente perdió su empleo por tomarse el día, pero era un riesgo que estaban dispuestos a correr”, dijo a AP Olivia Vázquez, una de los miles de inmigrantes sin autorización que respondieron a la iniciativa “Un día sin inmigrantes”, celebrada este jueves en muchas ciudades de los Estados Unidos.
Silencio inusual, negocios cerrados, camiones escolares semivacíos, fueron algunas de las escenas que se reportaron en una jornada de protesta en contra de las políticas discriminatorias de la administración Trump.
Desde Nueva York hasta Los Ángeles se registraron manifestaciones con un solo fin: demostrar cuánto aportan a la economía y cultura del país los extranjeros que llegan a trabajar y en pos de una vida mejor.
“Todo ser humano merece vivir con dignidad y respeto, y no se los dan. Están dispuestos a reaccionar”, agregó Vázquez, inmigrante indocumentada de 22 años que se dedica al trabajo comunitario. “Están cansados de que penalicen a sus comunidades”.
Y es que la administración Trump mantiene una guerra ideológica en contra de la inmigración pese a los evidentes beneficios que aporta a la nación. Tan solo en el condado de Los Ángeles, los inmigrantes contribuyeron en 2014 con $232.9 mil millones de dólares o el 35.7 % del total del producto interno bruto (PIB). Un solo día sin su fuerza laboral representa una pérdida de 638 millones de dólares.
“Los niños no duermen por la preocupación de no ver a sus madres llegar del trabajo, solamente queremos trabajar”, dijo a Mundo Hispánico una de las personas que se manifestaron frente al Consulado de México en Atlanta, Georgia.
En grandes urbes como Washington, Filadelfia, Nueva York y Houston, fue evidente el cierre de negocios de inmigrantes. Los restaurantes cuya fuerza laboral proviene en su mayoría de inmigrantes sin autorización, resintieron los efectos de la protesta.
El Museo Davis de la Universidad de Wellesley en Massachusetts cubrió obras de arte donadas por inmigrantes, en un claro gesto de que el aporte no solo es económico, sino también cultural.
En Dallas la cadena de supermercados El Rancho cerró sus puertas. El estacionamiento usualmente lleno, lucía desolado sin la actividad económica que generan los clientes en su mayoría hispanos.
En Filadelfia la “Calle Nueve”, repleta de comercios mexicanos y gran actividad por el comercio de frutas, pan y carne, estaba desértica.
En Charlotte y Chicago hubo concurridas manifestaciones en la vía pública para exigir el cese del acoso del Servicio de Inmigración a la comunidad latina. Tan solo el fin de semana hubo redadas masivas que dejaron 680 detenidos y algunos deportados exprés.
Dignidad, respeto, coraje, fueron los calificativos más comunes en las redes sociales, a donde se trasladó la protesta.
Todo este movimiento parece la precuela de una manifestación gigantesca que se prepara para el próximo 1 de mayo, porque la lucha apenas comienza.