"No me gusta profetizar, pero tengo la sensación de que Donald Trump se va a destruir, se va a derruir a sí mismo, por sus contradicciones y por todos los frentes que ha abierto, apostaría porque no termina su periodo", Enrique Krauze, historiador mexicano.
Por: Omar Porcayo
Desde el mismo día en que Donald Trump fue elegido como presidente de los Estados Unidos, el término “impeachment” (procesamiento), comenzó a aparecer en las conversaciones y páginas de los periódicos. La sola figura del improvisado político hacía suponer la idea de un mandato breve, interrumpido por las instituciones norteamericanas.
En un principio la idea estaba condicionada por el desconsuelo de millones de detractores que se ilusionaban con la figura legislativa del procesamiento, más como una esperanza que como una realidad. Sin embargo, en una sola semana lo que lucía lejano se convirtió en una posibilidad palpable y casi necesaria, a decir de analistas.
Ningún mandatario había juramentado con una popularidad tan desfavorable. El récord de desaprobación lo tenía George W. Bush con 25 %, pero Trump lo pulverizó con un vergonzoso 45 %. Además, al día siguiente de su investidura, se registró la manifestación más grande en la historia y fue en su contra.
“¿La gente ganará el suficiente poder para sacarlo de la oficina?”, se preguntó en una colaboración para The Huffington Post el analista Fabrizio Moreira. “La respuesta inmediata es no, pero es tan increíblemente aborrecido por los norteamericanos que tendrá poco espacio para respirar cuando las cosas se pongan feas”.
Y es que a decir de Moreira, Trump está incurriendo en varias conductas que podrían tener consecuencias legales, como sus conflictos de interés por negocios en países como Rusia, de donde por cierto son originarios los hackers que influyeron en las elecciones del 8 de noviembre.
“Este hombre es incapaz psiquiátricamente de revisar si algo es posible legalmente antes de hacerlo”.
Por si fuera poco, dos estados ya han demandado al gobierno de Trump por sus órdenes ejecutivas en torno a la inmigración. Washington y San Francisco llevarán a los tribunales a la administración que ni siquiera ha podido completar la aprobación de su gabinete.
“Somos un país construido en el imperio de la ley. En un tribunal, no es la voz más fuerte la que prevalece. Es la Constitución”, dijo Bob Ferguson, fiscal del estado de Washington en rueda de prensa el lunes.
No hay precedente de una administración que hubiera sido emplazada a juicio en tan poco tiempo.
“Trump ha estado gobernando por impulsos, las ruedas se están saliendo del autobús, ¡en una sola semana!”, aseguró en su blog Robert Kuttner, Coeditor de The American Prospect.
“El procesamiento está ganando terreno porque incluso los republicanos ya están desertando de las políticas del presidente y porque este hombre es incapaz psiquiátricamente de revisar si algo es posible legalmente antes de hacerlo”, explicó.
Hasta la salud mental de Trump ha sido cuestionada, al margen del calor político. Sobran los análisis de personalidad realizados por profesionales ventilados en los medios de comunicación, la mayoría alerta sobre su ineptitud para comandar al país más poderoso del planeta.
El impeachment está incluido en la Constitución de los Estados Unidos desde su creación en 1789. Se redactó basado en las leyes coloniales inglesas para castigar faltas como la “traición, soborno, altos delitos o faltas”. Su redacción es tan genérica que ha dado posibilidad al Congreso de utilizar la figura en dos ocasiones.
En 1868 Andrew Johnson y en 1998 Bill Clinton, fueron sometidos al impeachment. El Congreso que es el único órgano facultado para votar por su aplicación lo hizo, pero una vez que la iniciativa pasó al Senado para su aprobación, fue rechazada.
La legislatura está dominada por el partido de Donald Trump con 241 escaños por 194 de los demócratas, pero como Kuttner señala, en muy poco tiempo hay republicanos que se han desmarcado de las políticas de Trump, por lo que no se asegura la defensa unánime del partido más antiguo de la nación en favor de su correligionario.
Las reglas y causas por las que los representantes podrían optar por el impeachment están disponibles en documentos públicos, pero básicamente se tratan de que tanto en el Congreso como en el Senado haya 2/3 partes de acuerdo.
Quizá la misma ignorancia de la ley que ha permitido a Trump actuar a diestra y siniestra en contra del interés general, sea la que lo ponga en el paredón más pronto de lo que se pudo imaginar.