La educación es otro síntoma de la división en la que está inmerso el país. Mientras unos desalientan a jóvenes inmigrantes de cursar la preparación básica, algunas universidades hacen grandes esfuerzos por apoyarlos.
La ley es muy clara: A nadie se le puede negar la educación por su estatus migratorio, sin embargo, la realidad es diferente y existen cientos de jóvenes a los que se les pone un obstáculo tras otro, para que no asistan a la escuela.
Niños y jóvenes de Centroamérica dejaron sus países en busca de una mejor vida en Estados Unidos, pero se han encontrado con el rechazo y la apatía del sistema educativo. Una investigación de AP reveló que al menos en 14 estados, varios distritos escolares impidieron que niños de El Salvador, Guatemala y Honduras acudieran a la escuela, con entrampados laberintos burocráticos o programas alternativos de enseñanza poco útiles.
“Las autoridades argumentan que esos adolescentes carecen de un documento oficial que avale su escolaridad o que son mayores como para graduarse a tiempo”, establece el artículo.
Este comportamiento podría suponer una trasgresión a la ley, que garantiza la educación básica a todos en Estados Unidos, independientemente de la situación migratoria.
Se trata de un problema sintomático. El país está profundamente dividido respecto al cobijo que debe de darse a los inmigrantes que huyen de la violencia en sus países de origen.
Así como hay entidades que desalientan a jóvenes que quieren prepararse, otras buscan los caminos para incorporarlos a sus filas.
De acuerdo con AP, una escuela en Kansas modificó su ruta de autobús para garantizar que un grupo de adolescentes centroamericanos que llegaron solos al país, pudiera acudir a clases.
Universidades como la City University of New York, la Escuela de Medicina Stritch de la Loyola University Chicago, y la Western New Mexico University, han hecho un esfuerzo por reclutar a jóvenes sobresalientes indocumentados para que cursen una carrera en sus aulas. A través de redes sociales, han lanzado una campaña para convencerlos de que encontrarán un ambiente hospitalario y un posible préstamo estudiantil.
Recientemente la California University aprobó un presupuesto de 8.4 millones en apoyos a estudiantes indocumentados, beneficiarios de la Acción Ejecutiva DACA.
La situación es por demás irónica. Se fomenta el estudio universitario de inmigrantes indocumentados, mientras se desalienta el básico. El mundo al revés.