La visión del mundo de Trump es simple, todo es binario, blanco o negro, ganar o perder. En su frenesí por abrir frentes de batalla poco le ha importado "llevarse entre las patas" a sus electores con tal de sentirse vencedor.
La guerra comercial que el presidente Donald Trump ha entablado con medio mundo ya tiene sus primeras bajas. Los afectados no solo viven en los Estados Unidos, sino que además en gran cantidad votaron por él.
Sin una justificación real la Casa Blanca comenzó una escalada de agresiones económicas con sus principales socios comerciales, China, Canadá y México. Como era de esperarse, las naciones afectadas impusieron aranceles compensatorios por las tarifas que les fueron impuestas a productos como el acero y el aluminio.
El contragolpe a Estados Unidos fue apuntado directamente a su base de electores. Regiones rurales de Iowa y Wisconsin, ya sienten los efectos de la baja de precios de productos que exportan a México y China, sus cultivos han mermado por el aumento de los precios de la tierra y la incertidumbre.
El maíz, la soya y la carne de cerdo, son algunos de los productos más lastimados por las tarifas que van por el orden de los $34,000 millones de dólares.
“Lo mires por donde lo mires, hay grandes nubarrones en el horizonte y algunos de ellos los tenemos ya casi encima nuestro”, dijo a AP Chad Hart, economista especializado en temas agrícolas de la Universidad Estatal de Iowa.
En regiones como Nebraska algunos agricultores y ganadores han comenzado a buscar otra fuente de ingresos. Y es que el propio Departamento de Agricultura pronosticó antes de la guerra comercial que los ingresos en el campo caerían a $60,000 millones de dólares, lo que significa una reducción del 50 % respecto a los últimos cinco años. Si la predicción del buró era sombría, las acciones económicas de Trump la han vuelto peor.
“Estos aranceles son potencialmente devastadores para los granjeros de Iowa que crían cerdos y la economía rural de Iowa”, dijo a Des Moines Register, Gregg Hora, presidente de la Asociación de Productores de Puerto de Iowa.
Las zonas rurales del país que se dejaron endulzar el oído y votaron por Trump, ahora lamentan el discurso proteccionista de su presidente.
“Observas los precios que bajan, los costos adicionales… y esto se complica. No funciona”, expresó John Weber, criador de cerdos y productor de maíz y soya, al noreste de Des Moines.
Tan solo en junio el valor total de la soya y trigo estadounidense cayó 10 %. Anualmente el golpe será del orden de los $13,000 millones de dólares y todo por la guerra de Trump, aseguró a Wall Street Journal Chris Hurt, economista de Purdue University.
A todo esto los agricultores deben de sumar la falta de mano de obra que se ha agudizado en meses recientes por la acometida antiinmigrante del gobierno federal. No solo sigue siendo engorroso contratar trabajadores temporales, sino que además las redadas en centros de trabajo han ahuyentado a los campesinos.
La fuerza laboral de los inmigrantes indocumentados colabora con más del 50 % de la plantilla de campesinos en el país. Su ausencia es notoria y dañina.
Las afectaciones a los votantes de Trump no se circunscriben a la industria agrícola, también la automotriz pasa penurias por el instinto bélico del presidente. El republicano amenazó con imponer tarifas a los automóviles europeos sin importar que la gran mayoría se construyen en suelo norteamericano.
Muchas de las compañías europeas han mudado su manufactura a estados que votaron por Trump como Alabama, Carolina del Sur y Tennessee. Por ejemplo, Volvo comenzó a fabricar en Carolina del Sur el mes pasado y en ese mismo estado BMW tiene su mayor planta de todo el mundo.
La imposición de un arancel a la importación de carros europeos del 20 % como amenazó Trump representaría una pérdida de $14,000 millones de dólares de la economía y si los países afectados responden, alcanzaría los $300,000 millones, de acuerdo al European Union’s Washington delegation.
Hasta la orgullosamente norteamericana marca de motocicletas Harley Davidson anunció que comenzará a maquilar en Europa, orillado por la guerra comercial de Trump.
Así, los votantes de Trump están pagando de su propio bolsillo su decisión de haberlo encumbrado hasta la presidencia.