Trump llama a los mexicanos “violadores”, “criminales” y hasta “animales”, apenas anuncia su postulación, hace del “muro” uno de sus estandartes electorales.
Por: Mina Magallón
El gobierno de Donald Trump está ahora decidido a cumplir sus compromisos de campaña deportando a todos los ilegales, lo que genera un clima de miedo e incertidumbre entre la comunidad inmigrante. Es una situación de verdad alarmante.
A Donald Trump se le olvida las palabras de su mismo abuelo, Friedrich Trump quien llega a los Estados Unidos en 1885, a los 16 años proveniente de Bavaria. Tiempo después el abuelo regresa con su esposa e hijo a Bavaria para verse deportado de regreso a los Estados Unidos por no haber cumplido con el servicio militar en Bavaria y por no haber reportado al gobierno de Bavaria que estaba migrando a los Estados Unidos.
El abuelo desesperado escribe al príncipe de Bavaria y le dice: “… un relámpago nos ha caído del cielo azul, estamos ahora paralizados de miedo, la felicidad de mi familia se ve opacada, mi esposa (la abuela paterna de Donald Trump) y mi hijo adorado (el padre de Donald Trump) se enfermaron por la noticia de que ahora nos quieren deportar.” Continúa escribiendo el abuelo: “… ¿Por qué seremos deportados? Esto es mucho pero muy difícil para mi familia. ¿Qué pensarán nuestros compañeros ciudadanos si ven que hombres honrados están siendo deportados?” y le pide al príncipe de Bavaria al final de su carta tenga misericordia y que no los deporten.
Resulta en verdad lamentable que hoy en día el presidente Donald Trump y el Congreso de los Estados Unidos ataquen al indocumentado a diestra y siniestra. Ya no son los grupos que se organizaban en la frontera para ir a “cazarlos” como sucedía en 2002, sino que hoy las agresiones y los insultos a México y a los indocumentados son la bandera favorita de la Casa Blanca.
Trump llama a los mexicanos sin morderse la lengua: “violadores”, “criminales” y hasta “animales”, apenas anuncia su postulación, hace del “muro” uno de sus estandartes electorales, no se cansa de acusar a los indocumentados de la fuga de empleos y dinero. Una situación que, a su vez, se agrava porque en el Congreso no existe ni el más mínimo esfuerzo para siquiera estudiar la manera de dar a los indocumentados algún tipo de alivio.
Trump olímpicamente entierra la Declaración de Independencia que establece que todos los hombres son creados iguales, con derechos inherentes e inalienables, como es la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; mismo lema que aparece en la estatua de la libertad situada en una pequeña isla a la entrada del puerto de Nueva York recibiendo a todos los inmigrantes; la ‘Libertad’ sostiene en su mano derecha una antorcha, símbolo de la libertad, en su mano izquierda, sostiene una tabla que representa la Declaración de Independencia, y en el pedestal sobre el que se levanta está escrito:
“¡Dadme a vuestros desfallecidos, a vuestros pobres
Vuestras masas amontonadas anhelando respirar la libertad
La basura olvidada en vuestras abundantes playas
Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades a mí
¡Yo elevo mi faro alumbrando la puerta dorada!”
Hay que recordarle a Trump que tenga presente lo que representa la estatua de la libertad, que seguramente ve todos los días desde su ventana en el Trump Tower en Nueva York.
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Columna publicada originalmente en: MVS Noticias
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