No solo superó su discapacidad, llegó a la Universidad de Texas y se convirtió en la primera presidenta estudiantil mexicana.
Alejandrina Guzmán dio uno de los discursos más memorables en esta temporada de graduaciones en las universidades estadounidenses. La presidenta del cuerpo de estudiantes de la Universidad de Texas en Austin habló como muchos otros graduados a lo largo del país de la perseverancia y los retos que tuvieron que enfrentar para obtener su diploma, sin embargo esta mexicana “se cuece aparte”.
Hija de inmigrantes mexicanos, Alejandrina se convirtió hace un año en la primera presidenta latina del cuerpo estudiantil de la prestigiada universidad. No solo hizo historia por su origen étnico, sino también por ser la primera alumna con capacidades diferentes en el cargo.
Sí, la hija de un humilde empleado inmigrante de Domino’s Pizza que tomaba turnos de madrugada para poder pagar la matrícula, superó burlas y estereotipos hasta convertirse en la primera graduada de su familia.
Su discurso de fin de cursos quedará escrito en la historia colegial de Estados Unidos como uno de los más emotivos en años.
“Nunca me hubiera imaginado estar aquí… aquí con mi atuendo de graduada latino, que expresa mi identidad”, dijo emocionada.
Además del reconocimiento a sus orígenes y orgullo latino, Alejandrina rindió un homenaje a sus padres que cruzaron la frontera por ella.
“Soy hija de inmigrantes que han luchado incansablemente por mí… no lo habría logrado sin el esfuerzo de mi papá y mi mamá que trabajaron sin descanso”, dijo en medio de los aplausos de todos los alumnos de la UT.
“Los doctores le dijeron a mis papás que yo nunca podría caminar, y mi mamá tomó eso como un reto personal. Me ayudó a practicar diariamente para vencer mi miedo a caerme, y aunque aún uso mi silla de ruedas para desplazarme por este campus enorme, es por mi mamá que puedo caminar”.
La historia de Alejandrina resulta inspiradora y es una muestra del esfuerzo que tienen que realizar los estudiantes de la comunidad inmigrante, pues sus retos van más allá de los libros y los problemas matemáticos.
Ante ovaciones constantes, la mexicana terminó recordando un viejo dicho mexicano: “Quisieron enterrarnos, pero no sabían que éramos semilla”.