Disruptivo y contestatario, así es el cura mexicano que busca la paz, peleando por la justicia.
Por: Omar Porcayo
El sacerdote mexicano Alejandro Solalinde lleva más de una década luchando por los derechos de los inmigrantes, denunciando las prácticas abusivas del sistema migratorio. Lo más loable es que su batalla no se libra en la famosa frontera entre Estados Unidos y México, sino en la frontera sur mexicana, donde se le hace “el trabajo sucio” a la Unión Americana.
La encomiable labor del padre ha sido reconocida por el Comité Noruego que aceptó su nominación al Premio Nobel de la Paz 2017. La propuesta la hizo la Universidad Autónoma del Estado de México.
“El hecho de que el Comité del Nobel haya aceptado mi postulación para el Premio Nobel de la Paz es un golpe, es un trancazo para el gobierno mexicano y para este sistema corrupto reconocido en todos lados, porque saben perfectamente que soy de las principales personas que está haciendo una crítica muy puntual y constante”, dijo el presbítero de 71 años a SinEmbargo.MX.
Solalinde es un crítico feroz de la manera en que México atiende el tema migratorio, especialmente de personas de origen centroamericano que buscan llegar a los Estados Unidos.
Y es que además de las violaciones a sus derechos humanos, diversas ONGs han documentado que los inmigrantes son objeto de extorsiones de parte de las autoridades y de pandillas apostadas estratégicamente en la ruta que recorren junto a las vías del tren conocido como “La Bestia”.
Según el Movimiento Migrante Mesoamericano en la última década suman más de 70,000 migrantes de Centroamérica desaparecidos en México. La tragedia solo se puede explicar por la omisión de las autoridades mexicanas o incluso su colusión con el crimen organizado, principal implicado en las desapariciones.
“Cuando empiezo a trabajar con ellos, y a no sólo verlos como víctimas, sino también a ver por qué eran víctimas y quiénes eran los victimarios, empecé a analizar la situación, y de ahí empecé a crecer como misionero, como activista o voz profética, y empecé a fortalecerme y a tener el valor de decirle a los poderosos, a los ricos, a los de arriba, a los victimarios, a decirles lo que estaban haciendo, y también defender a los migrantes y a las víctimas”, explicó Solalinde sobre el origen de su lucha.
El sacerdote a todas luces disruptivo ha levantado la voz para denunciar también la corrupción de las altas esferas del gobierno mexicano y hasta de los jerarcas católicos.
“En los últimos años he ido radicalizando mi discurso, ante el endurecimiento, la simulación y ahora el cinismo de este gobierno”, aceptó.
“México lamenta lo que pasa en los Estados Unidos con los inmigrantes mexicanos, pero les hace el trabajo sucio desde hace mucho tiempo en la frontera sur”, dijo en diciembre a Barrio el padre, que bien podría ganarse el Nobel de la Paz, por su guerra contra la injusticia.
La travesía de los inmigrantes: