Aunque huyen de "la región más violenta del mundo", el gobierno de Estados Unidos considera que los centroamericanos no necesitan refugio.
Por: Omar Porcayo
El programa de redadas masivas que está en marcha, tiene como objetivo deportar a miles de personas que huyeron de la ola de violencia que azota a Centroamérica. Niños y mujeres serán “cazados” por “La Migra” y regresados a países que están prácticamente en guerra.
“Tengo mucho miedo que nos deporten. ¡Eso sería devastador, como regresarnos a la muerte!”, dijo la inmigrante hondureña, Angie Guzmán a La Opinión.
Guzmán, al igual que miles de personas, dejaron sus hogares en países como Honduras, donde se registran tasas de homicidios aterradoras de 112 asesinatos por cada 100 mil habitantes. Más que en zonas de conflictos armados activos.
Pero estas cifras no son suficientes para que el gobierno de Estados Unidos considere que los centroamericanos necesitan refugio. Desde su perspectiva, hay gente del otro lado del mundo que sí merece el cobijo del país.
La administración de Obama recibió a miles de sirios desplazados por la guerra que azota a su país, igual de trágica que la escalada de violencia en Centroamérica.
Ni qué decir del “Privilegio Cubano“. Desde los años 60 la “Ley de Ajuste Cubano” otorga el estatus de refugiado a cualquier ciudadano de la Isla que logra llegar a suelo estadounidense.
A pesar del reestablecimiento de relaciones con el régimen de Raúl Castro y la apertura para salir de Cuba a sus ciudadanos, los cubanos disfrutan de la gentileza de la Unión Americana y sus programas de asistencia social, solo con decir “soy cubano y busco asilo”.
Por si fuera poco, contradiciendo el compromiso del presidente Obama, de no perseguir a las familias, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), tiene como blanco a madres y niños centroamericanos que llegaron al país en los últimos dos años, de acuerdo a filtraciones que dio a conocer Reuters.
“Delincuentes, no familias. Criminales, no niños. Miembros de pandillas, no mamás que están trabajando duro para mantener a sus niños”, prometió Obama en noviembre de 2014.
Poco y nada valen estas palabras para los miles de inmigrantes indocumentados que están temerosos de ser deportados, porque para Estados Unidos, son refugiados de segunda.