Trump convenció a miles de simpatizantes de apoyar sus políticas antiinmigrantes bajo el pretexto de salvaguardar la seguridad de los Estados Unidos. Según él, los norteamericanos deben temerles a los extranjeros, aunque sean niños que huyen de la violencia.
Por: Omar Porcayo
Cerca de 10,500 niños solos fueron interceptados en la frontera sur de los Estados Unidos hasta noviembre de 2016. La mayoría huía de la rampante violencia que aqueja a muchas naciones de Centroamérica, sin importar los graves peligros que implica un viaje tan largo y en condiciones paupérrimas.
Mientras la cifra de inmigrantes no autorizados en busca de trabajo disminuye, el número de niños que huye de la violencia en sus países crece, desatando una crisis humanitaria de proporciones mayúsculas.
En un acto de responsabilidad y humanidad, la administración del expresidente Barack Obama instauró un programa para dar refugio a los menores centroamericanos que tienen un padre o un familiar con permiso de residencia vigente en los Estados Unidos. La iniciativa buscaba disuadir a las personas de correr los peligros de la travesía, que ha costado muchas vidas.
Lamentablemente, con la orden ejecutiva que firmó el presidente Trump el viernes anterior, este programa de refugiados quedó suspendido, afectando al menos a 11,000 menores que habían aplicado al programa desde su institución en 2014.
Trump ordenó la suspensión de todas las admisiones de refugiados por un periodo de 120 días, aunque algunos reportes de prensa indican que planean extenderlo indefinidamente.
Las medidas antiinmigrantes de la actual administración que incluyen también la prohibición de viaje a personas de ciertos países de mayoría musulmana y la construcción de un muro en la frontera con México, han desatado las protestas de miles de personas en decenas de ciudades.
“Este programa era un reconocimiento de la violencia que hay en esos países”, dijo a Los Angeles Times Maureen Meyer, activista por los derechos de los inmigrantes. “Claramente la suspensión de esta iniciativa pone a estos niños en mayor riesgo. A muchas personas en riesgo de muerte”.
Diversas investigaciones han documentado que muchos inmigrantes centroamericanos desaparecen en su periplo por México. Acosados por las bandas criminales y las autoridades mexicanas, los inmigrantes se pierden en las sombras, sin que se conozca el destino de muchos.
En su obsesión en contra de los inmigrantes más necesitados de la solidaridad y refugio que históricamente ha brindado Estados Unidos, Trump piensa dilapidar 25 mil millones de dólares en un muro, en vez de apoyar a los países para erradicar las causas que generan la inmigración no autorizada.
“Lo que se quiere invertir en este muro, es una inversión que no se realizará jamás en otros países con índices gravísimos de pobreza y violencia. Es lógico que la gente sale buscando otras oportunidades, una mejor calidad de vida. [El muro] es un desperdicio económico total que destruye a la humanidad”, dijo a Noticieros Televisa, Alfonso Miranda Guardiola, secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
Así de implacable es la cruzada de Trump en contra de los inmigrantes. Ni la vida de niños le importa.