Los números no mienten y dicen que nadie le compró a Trump su discurso del miedo y el odio.
Por: Omar Porcayo
Donald Trump aseguró una y otra vez, que cuando sucede una tragedia en el país, “sus números se van para arriba“. Quizá por eso, tras el trágico tiroteo del 12 de junio en el Club Pulse de Orlando, se frotaba las manos ansioso de ver su nombre en la cima de las próximas encuestas, pero, oh sorpresa, debe estar muy decepcionado.
A poco más de cinco meses de las elecciones presidenciales, Hillary Clinton aventaja al virtual candidato republicano por un margen promedio de 6 puntos en los más recientes sondeos.
Una encuesta telefónica de American Research Group ubicó a Trump 9 puntos abajo de la ex primera dama.
Los sondeos CNN/ORC, Monmouth University y NBC/SurveyMonkey’s online tracking, encontraron una diferencia de 5, 7 y 6 puntos respectivamente.
Solo Morning Consult tiene a Trump competitivo, con 2 puntos de desventaja.
NBC atribuyó la caída en las encuestas del magnate neoyorquino a los electores independientes, que en encuestas anteriores habían apoyado en su mayoría a Trump, pero que en esta ocasión se dividieron mitad y mitad.
“Clinton comienza la campaña con una ventaja en los ‘estados clave'”, estableció Patrick Murray, director del Instituto de Estadística de la Monmouth University.
“Sin embargo, hay señales de que esta será la elección más polarizada de la historia”, agregó.
Trump se apresuró a endurecer su discurso del miedo y el odio, apenas dejaron de escucharse los balazos en el club nocturno de Orlando. Con una estrategia muy predecible, atacó el discurso del presidente Obama, culpó al islamismo y fue tibio en su pronunciamiento respecto al control de armas.
What has happened in Orlando is just the beginning. Our leadership is weak and ineffective. I called it and asked for the ban. Must be tough
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) June 12, 2016
A decir de las encuestas, todo fue infructuoso.
Por si fuera poco, sus ataques racistas al juez federal, Gonzalo Curiel, generaron una crisis al interior de su campaña, que se extendió hasta el despido de su manager, Corey Lewandowski.
¿Serán sus propias pifias las que han originado una debacle en su popularidad, o es que Estados Unidos ya no se traga el “cuento” del miedo?