Si te aventaron la chancla, te cubrieron en exceso, aunque no hiciera frío, o te iban a regalar a un extraño si te portabas mal, felicidades: fuiste educado por una mamá latina.
- Ser madre le da el derecho a todo.
Sólo así se entiende que sus regaños nunca estén justificados. Todos hemos sido educados con frases como “porque lo digo yo que soy tu madre”. Además, una madre latina nunca se equivoca, por lo que todo siempre será tu culpa.
- El frío es el peor enemigo.
Una buena madre latina sabe que ante todo debe proteger a sus hijos contra el frío. Sin importar si se es bebé o se tiene cuarenta años, si es invierno o verano, una madre latina te abrigará con suéteres, chamarras y bufandas. La mayoría de la gente escucha un adiós antes de salir, tú siempre escucharás: “tápate”.
- Tiene un ejército para protegerte.
Te da la bendición antes de salir, antes de jugar, antes de un examen, pero sobre todo te encomienda a Dios, a la virgen, a los ángeles, y a cada uno de los siete mil santos de la iglesia.
- Es madre, doctora, pediatra, especialista.
Enfermarte fue tu culpa, seguramente porque no te pusiste el suéter; tras el regaño te encomendarán a todos los santos y te prescribirá untarte vapo-rub en el pecho. Si todo es no funciona, lo cual es raro, analizará con otras especialistas el mejor té para curarte.
- Te amenaza con seres extraños.
Los castigos no existen. Para una madre latina el mal comportamiento se corrige con amenazas con seres sobrenaturales como el Coco, que vendrá por ti en la noche, o el señor que está frente a ti, sin importar el lugar, pues “ese señor se lleva a los que se portan mal”.