Harper Collins Español publicó recientemente el libro "La mesa", del periodista León Krauze, con cincuenta entrevistas a inmigrantes.
Por: Grethel Delgado
Con exitosas presentaciones hasta la fecha, el periodista León Krauze, con su libro “La mesa”, ha logrado llegar a muchos lectores en todo el país, y las cosechas continúan, también gracias al alcance de su programa en Univisión 34. Se trata de un libro que no podemos pasar por alto, donde, a pesar del dolor, prima el orgullo de los inmigrantes por ser parte de este país.
El lector encontrará anécdotas desgarradoras, presentadas con la sencillez de un tono conversacional. Aquí no hay solamente cincuenta voces, sino más de cincuenta millones de voces, seres humanos que se confiesan, abren sus libros personales y, en una mesita en la calle, cuentan sus vidas.
“No tardé en aprender la que me parece que es la única lección que necesitas para sobrevivir en este país. Estados Unidos te dan a escoger, y es muy simple realmente: o le echas ganas o le echas ganas” – Rosario.
Cuando se trata de documentar la realidad de Latinoamérica ante la emigración hacia Estados Unidos, no se puede hablar en pasado, porque estamos viviendo a diario el esfuerzo por salir adelante, ser parte de esta sociedad, y lograr que nuestros hijos tengan un mejor futuro.
Si Jorge Ramos no advirtiera en el prólogo que es un libro de entrevistas, estas historias podrían parecernos cuentos en primera persona, por la cantidad de sucesos trágicos y hasta mágicos que las atraviesan. Pues cuando se habla de inmigrantes, de sufrimiento y desarraigo, surge una literatura única, una mezcla de biografía y fabulación que nos recuerda la narrativa de García Márquez o Juan Rulfo, con alusiones inevitables a un realismo mágico que define al latinoamericano.
“Mi madre me contaba que yo nací en una casa que ella alquilaba allá en Santa Tecla, en El Salvador. (…) «Hola, niña Ana», me saludó mi mamá al nacer, o por lo menos así me lo contó” – Ana.
Guatemaltecos, mexicanos, salvadoreños, cubanos, hondureños… la lista es infinita. Y en esas anécdotas estamos nosotros. Son parte de nuestro ADN compartido, subterráneo y esencial. Tenemos el corazón dividido entre varias patrias. “La mesa” es un documento que da fe de cómo el fatalismo geográfico, el destino o la esperanza, llámese como quiera, lleva a miles de personas a aventurarse a un mundo desconocido. Este camino implica pérdidas y dramáticos hechos -como ajustes de cuentas entre hermanos- que devienen actos de justicia poética.
Recorre estas páginas una línea de dolor causado por la separación familiar. Se echa de menos la casita junto al lago, ordeñar las vacas de papá, o sentarse en el portal a escuchar las historias de la abuela. Todos se marcharon, dejando atrás a sus hijos que se despedían desde la ventana, con la esperanza de que sus padres regresaran al día siguiente. Para muchos han pasado más de veinte años, y ahora son sus nietos los que están asomados a la ventana. Se fueron de sus países para trabajar sin descanso y ayudarlos. Pero la mensualidad se vuelve un trago amargo cuando esperas a tu hija y solo llega el dinero, una carta, una promesa.
“Pensé en mi mamá, tan bonita que era. Y a la distancia quise prometerle que volvería, aunque fuera dos o tres veces en la vida. Pero, nunca volví. Jamás regresé a verla” – Concepción.
Krauze no podía ser más justo, atinó simbólicamente al poner una mesa como base para las entrevistas. Nos remite a lo familiar, a la esencia de nuestras raíces, nuestro alimento. Esta mesa nos recuerda todas las que quedaron vacías, aquellas en las que han puesto cada día el plato de la madre que se fue, o del hijo que no vieron más.
“Cuando pienso en mi vida, en todo lo que tuve que hacer para estar aquí y traer a mi familia para acá, la verdad que sí siento orgullo. (…) Mi país tuvo que quedar muy lejos y mi madre tuvo que irse para que yo pudiera estar con mis hijos. (…) Son las cosas del destino” – Nélida.
Sobre esta mesa pusimos nuestras cartas, nos sacamos las historias más íntimas para, de algún modo, curarnos de la vida que nos ha tocado. Y gracias al esfuerzo y la esperanza, los frutos no demoran en llegar. Ese es el sabor que nos deja la lectura de estas impresionantes historias.
“«Mamá, ¿qué crees?». Yo le contesté: «¿Qué pasó mi´jo?». Él se me quedó mirando y me explicó: «Fui aceptado en la universidad MIT». Corrió hacia mí, me abrazó y me dijo: «Ese es el resultado de tu esfuerzo, mami»” –Carmen.
Si quieres comprar el libro, puedes hacerlo por aquí. ¿Qué esperas para leerlo?
Ana Lerman, publicista de Harper Collins Español, envió el libro al equipo de Barrio.