Como cada mes de septiembre, las calles de muchas ciudades en México se iluminan con los colores patrios. Y es que hay tradiciones que se niegan a morir, como la venta de banderitas en cada esquina.
Por: Omar Porcayo
Banderas de todos los tamaños ondean en los puestos del centro de la ciudad de Santiago de Querétaro. Eran los últimos días de agosto, cuando comenzaron a aparecer, uno tras otro, hasta que a mediados del mes, se cuentan al menos siete en la cuadra principal que rodea a la Plaza de Armas, donde se llevará a cabo la ceremonia del grito de Independencia, la noche del día 15.
La oferta de banderas es amplia: se puede comprar la más pequeña por 27 pesos (1.4 dólares), o si la cartera lo permite, la más grande de casi tres metros de largo por 380 pesos (20 dólares).
Pero para festejar la Independencia de México, no basta con las banderas. “Hay pelucas, aplaudidores, bigotes, camisas y vestidos”, le dijo a Barrio Mayra Martínez, una joven de 17 años que por primera vez trabajará en este negocio.
“Se vende más el día 15, ahorita solo nos compran para los festivales de la escuela”, contó Javier Olvera, primo de Mayra, que tiene al menos cinco años vendiendo banderas cada septiembre.
Para los Olvera es un negocio familiar que comenzó hace dos generaciones. Este año tienen cinco puestos en la ciudad.
“Si Dios quiere y nos va bien, la noche del grito podemos vender unos 5,000 pesos (267 dólares), por puesto”, confesó.
Claro que hay que cumplir con la tarifa que impone el ayuntamiento local para otorgar la licencia, y los sueldos de los ayudantes, pero al final termina siendo un buen negocio.
Algunas personas adquieren la bandera para adornar su auto, su casa, otros solo tuvieron el impulso de comprarla por un sentimiento mexicano.
“Es para mi hijo, porque la maestra le pidió una adorno para el salón”, explicó a Barrio, una de mujer que compró una bandera y un escudo nacional.
“Es importante que (en la escuela) les inculquen amor a su país”, agregó.
Y es que a pesar de los problemas de un país tan complejo, los mexicanos siguen mostrando fervientes su orgullo nacional cada septiembre. El mosaico verde, blanco y rojo, en el que se convierten sus calles, es la muestra fiel.