Los antiinmigrantes están muy enchilados.
Por: Omar Porcayo
Este 1 de enero California se convirtió oficialmente en “Estado Santuario”. Gracias a la ley firmada en octubre por el gobernador Jerry Brown, las autoridades locales no pueden preguntar su estatus migratorio a las personas y tampoco están obligadas a colaborar con las autoridades de inmigración.
Esta iniciativa no ha caído nada bien en la Casa Blanca, que ha amenazado con retirar fondos federales al estado, ni tampoco entre grupos antiinmigrantes que se han manifestado con pancartas racistas anónimas.
Esta semana han sido detectados varios anuncios en los señalamientos carreteros que atacan a la comunidad inmigrante con calificativos como “delincuentes”.
CALIFORNIA OFFICIALLY A SANCTUARY STATE #California #MAGA pic.twitter.com/B7zOAIrmQ6
— Ted Hooley (@ed_hooley) January 2, 2018
“Oficialmente ‘estado santuario’. Criminales, indocumentados y Pandilleros de la MS13, bienvenidos”, se lee debajo de una valla que da la bienvenida al estado.
“Los demócratas necesitan los votos”, acusa el anónimo que remata con el símbolo del Partido Demócrata.
Mark Dinger, portavoz del Departamento de Transporte (Caltrans), aseguró a los medios locales que ya fueron retiradas dos señales con ese mensaje racista en las fronteras de California con Nevada y Arizona.
Con la mayor población hispana del país y 2.6 millones de inmigrantes indocumentados, California se ha convertido en un bastión de la resistencia en contra de las políticas discriminatorias de Donald Trump.
Con motivo de las fiestas de fin de año, Brown perdonó a dos inmigrantes de crímenes menores del pasado y los salvó de la deportación, originando una ola de críticas y señalamientos de sus detractores.
Entre otras acciones, California ha aprobado un presupuesto especial para la defensa legal de los inmigrantes sin antecedentes criminales que afrontan la deportación.