Como salidas de un sueño, estas imágenes capturan la magia de los charros y las escaramuzas.
El deporte nacional de México no es el fútbol, ni el boxeo, es la charrería y pocas veces un artista le había hecho tanta justicia a su magia como lo logra el fotógrafo Diego Huerta.
Declarada el 1 de diciembre de 2016 como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), las suertes de los charros y las escaramuzas sintetizan muchas de las tradiciones e historia de México con singular gracia.
Huerta es un artista que pasa sus días en el México profundo retratando su belleza con todo su colorido y la charrería no ha sido la excepción.
El trabajo de Huerta en lugares como Coahuila, San Luis Potosí y Guanajuato, parecen salidas de un relato onírico.
Los historiadores ubican al español Sebastián de Aparicio como el gran impulsor en México durante la época colonial y al Charro Ponciano en la era moderna (1880), como una figura emblemática que propició la charrería profesional.
El presidente Manuel Ávila Camacho nombró a la Charrería como el deporte nacional mexicano e instituyó el 14 de septiembre como el Día del Charro.
La fascinación por la legendaria actividad mexicana no se restringe al ámbito nacional. Hace un mes la revista Vogue publicó un bello ensayo con fotos de Escaramuzas, la práctica femenil de la charrería.
En México y Estados Unidos hay competencias de alto nivel en este deporte legendario.