El vehículo llamado Kalani fue el único auto extranjero que participó en la competencia.
Cuando hablamos de autos hay algunos que se distinguen por su diseño, otros por su potencia, otros por ser más económicos y otros más por ser más estables. Pero este coche creado por mexicanos sobresale por su eficiencia.
Kalani es el nombre de este auto eléctrico creado completamente por universitarios mexicanos, y que ahora voló (en pedacitos) hasta Brasil para competir en el Shell Eco-Marathon.
“El propósito de la competencia no es la velocidad, ni lo estético, sino la eficiencia energética. Se trata de recorrer cierta distancia establecida con el menor gasto de energía”, explicó Enrique Gabriel Munive Roldán, capitán del equipo en un comunicado.
Toda la idea del coche nació de Munive y Heriberto Ávalos, dos estudiantes de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, pero para poder convertirla en algo real formaron un equipo de doce universitarios —seis hombres y seis mujeres— de distintas áreas que trabajaron en conjunto para armarlo.
Los jóvenes eligieron el nombre de Dzec, que significa “escorpión” en maya, y bautizaron a su carrito como Kalani, que es una palabra en náhuatl que hace alusión al ruido que hacen los metales al chocar.
Su invento es un diseño sencillo de tres llantas, fabricado con fibra de vidrio y aluminio que pesa 25 kilos y mide 120 centímetros de ancho, 210 de largo y 70 de algo, lo básico para que quepa una persona adentro de él.
El resultado final fue un auto que es capaz de recorrer 87 kilómetros por kilowatt-hora, y con un banco de 48 baterías de litio que alcanza para recorrer 15 kilómetros de un jalón.
Sin embargo, cuando ya tenían su bonito carro pintado de negro y decorado con imágenes prehispánicas tuvieron que enfrentarse a un pequeño problemita: no tenían dinero para llevarlo a Brasil.
Por suerte, como todos los mexicanos, las ideas para solucionar esto no hicieron falta, y finalmente decidieron desarmarlo y que cada uno se llevara un pedacito de Kalani en su maleta.
“Lo que se hizo fue trozar el vehículo en varias piezas y cada uno de los seis integrantes del equipo que viajó a la competencia se llevó un pedazo del automóvil en sus maletas, para posteriormente ensamblarlo en Brasil”, confesó Heiberto a la Agencia Conacyt.
Con mucho cuidado todo el equipo se dedicó a reconfigurar el coche, de forma tal que se pudiera cortar y volver a armar usando solo tornillos y herramientas básicas, pues cuando llegaran al lugar de la competencia solamente tendrían tres días para volver a armarlo y hacer que funcionara.
“Metimos tornillos en las piezas que empataban, de forma que todo el coche estaba atornillado (…) Esto no afectó el desempeño ni la seguridad del auto, porque justo como fue planeado, los ensambles se hicieron en puntos donde no se sacrificaba la estructura”, comentó Ismael Vázquez, uno de los integrantes de Dzec.
Cuando llegaron al concurso Kalani fue el único auto extranjero en la competencia, y se desempeñó muy bien, sobresaliendo en todas las pruebas, aunque no pudo pasar la del claxon, pues los sensores se les descompusieron durante el vuelo.
Aún así, el equipo recibió un reconocimiento por su auto. “Nos sentimos orgullosos porque competir durante todo este tiempo y contra otras personas de otro país es difícil, pero todo pudimos resolverlo”, aseguró Karen Jiménez, otra de las universitarias.