Gana por el mundo con sus huaraches, pero sigue viviendo en una casa de adobe.
Su imagen se ha vuelto famosa alrededor de todo el mundo, especialmente su singular silueta al correr con su vestido típico y sus huaraches de suela de llanta. Es María Lorena Ramírez, la ultramaratonista rarámuri orgullo de todo México. Este 2018 ha vuelto a brillar con intensidad en carreras de alto rendimiento, pero pasado el furor de sus actuaciones, parece volver al anonimato en la mítica Sierra Madre Occidental de Chiuhahua.
No es casualidad que la voz de la joven de 23 años sea poco reconocible. Sus palabras en medios de comunicación son contadas pues apenas si habla español.
“A veces no puedo hablar mucho, porque no hablo mucho español”, expresó la atleta a Verne en 2017 previo a su primera gira por Europa.
Lorena es heredera de una etnia mística, la rarámuri, que en español se traduce como “el de los pies ligeros”. Asentada en su mayoría en el estado de Chihuahua, esta comunidad no rebasa los 122,000 individuos, que no se han dejado seducir (ni tampoco han sido invitados) por el desarrollo de la sociedad mexicana.
“Nacimos en un lugar donde no hay muchas personas, un lugar que está muy solo”, explica la medallista de bronce en la exigente prueba Tenerife Bluetrail que se llevó a cabo en las Islas Canarias de España el pasado mes de junio.
Desde los 18 años y sin ningún entrenamiento profesional, Lorena gana maratones de 42 kms. y ultramaratones de más de 100 kms. A pesar de ser en la práctica una atleta de alto rendimiento, para la burocracia federativa del gobierno estatal y federal, no es elegible para ninguna beca o apoyo deportivo, como otros deportistas mexicanos. Eso sí, cada que su nombre resuena a nivel internacional, las autoridades mexicanas la llenan de elogios y se dicen orgullosos.
“Antes de ir a correr siempre comemos pinole y frijoles”, agrega Mario, hermano de Lorena e igualmente exitoso corredor de ultramaratones a nivel internacional.
“Espero que haya más invitaciones, que haya algo bueno para nosotros y nuestras comunidades”, se esperanzó el deportista que viajó a Canadá a finales de 2017 al Maratón Oso Polar, donde tuvo una destacada actuación.
Para bien y para mal, nada ha cambiado para los Ramírez con la fama. Siguen viviendo en una recóndita casa de adobe en la sierra, donde en invierno la temperatura puede descender hasta -20 grados centígrados.
“Prefiero mis huaraches, con tenis siento que me puedo resbalar en cualquier momento”, dice Lorena sobre su eterna preferencia por su sencillo calzado, mientras que sus contrincantes usan lo último en tecnología deportiva para correr.
Es esa tenacidad y amor por sus orígenes los que hacen invencible a Lorena, en la sierra, a nivel del mar e incluso bajo un diluvio. A pesar de las dificultades y la marginación, ella sabe que por sus venas corre un solo propósito.
“Nosotros fuimos nacidos para correr, desde niños, para traer la comida a la casa, para sobrevivir”, concluye la campeona.