Ni todos los rezos le sirvieron para eludir la terrible política migratoria de Donald Trump, el candidato al que apoyó y por el que convenció a su hija que votara para presidente.
Lejos quedaron los días de arengas y campaña para Jorge Ramírez. Este ministro apostólico pro-Trump pasa sus días encerrado en un centro de detención para inmigrantes indocumentados, decepcionado de las promesas del ahora presidente.
Residente de Oceanside, California, contribuyente desde hace más de 20 años, casado con una mujer estadounidense y con tres hijos también ciudadanos, Ramírez apoyó las propuestas que hizo Trump de emprender una cacería de inmigrantes indocumentados con antecedentes criminales. La sorpresa para él fue que en mayo de 2017 los agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas, se presentaron en su hogar para arrestarlo con fines de deportación.
“‘Mantengamos a todas las buenas personas aquí y a toda la gente mala fuera’. Eso es genial, pero yo estoy aquí”, declaró en entrevista con San Diego Tribune desde el Centro de Detenciones de Otay Mesa.
“Si estoy aquí, cualquiera puede estar aquí. No digo que sea la mejor persona del mundo, pero he intentado vivir bien”.
Republicano por sus convicciones religiosas, el pastor de la Iglesia Apostólica Foundation of Praise, ha recibido apoyo de su congregación y luego de pasar un año encerrado, puso sus esperanzas en una audiencia esta semana con el juez David Anderson.
Según resume El Diario de Nueva York, su familia llegó temprano a la corte y rezó con fuerte convicción, solo para escuchar de parte del letrado que Ramírez tendrá que pasar al menos otros seis meses privado de su libertad.
Aunque su fidelidad a Trump comienza a resquebrajarse, el religioso asegura que sigue fiel a los principios republicanos y cree que es una obra de Dios su detención.
“Pensar que las personas que no lo merecen vienen aquí me pone triste”, expresó el ministro calificado por sus allegados como un “inmigrante modelo”.
Durante su tiempo detenido ha predicado tras los barrotes a otros internos, convencido de que quiere pertenecer a Estados Unidos a pesar de llevar viviendo décadas aquí.
Desde el inicio de la administración Trump las detenciones de inmigrantes se incrementaron un 40 % respecto al periodo de Obama. Lo que se incrementó exponencialmente fue el acoso a inmigrantes sin antecedentes criminales.
Niños, madres y padres que no pertenecen a pandillas, ni han cometido crímenes, se han convertido en el blanco favorito de la política antiinmigrante de Trump, llena de claros sesgos raciales y no de seguridad.