Solo por lucir mexicano y hablar español, ellos no pueden creer que naciste aquí.
Por: Omar Porcayo
Un mexicoamericano que fue detenido en la frontera más de 24 horas, le fue confiscado su pasaporte y cuestionada su ciudadanía estadounidense, está demandando al gobierno para que su caso sirva de muestra sobre los atropellos que comete el Departamento de Seguridad Nacional en contra de la comunidad hispana.
Juan Carlos Garza es un estadounidense sin antecedentes criminales, cuya ascendencia mexicana fue suficiente para que agentes de la Oficina de Aduanas y Control de Fronteras (CBP, por sus siglas en inglés), lo retuvieran y lo interrogaran, acusándolo de que su acta de nacimiento era falsa. Incluso, fue enviado al Centro de Detención Puerto Isabel.
“Un oficial me dijo que me revocaron el pasaporte, que me consideraban ciudadano mexicano, no norteamericano, y que si quería ser tratado como mexicano ya mismo empezaban el proceso para regresarme, o tendría que ir a corte para que un juez de inmigración decidiera mi caso”, contó el padre de familia de 34 años a La Opinión.
Garza explicó que al regresar acompañado de su hijo de 10 años de Reynosa, Tamaulipas, luego de visitar a sus familiares, tuvo que llamar a un familiar para que recogiera al menor “muy asustado”, por las acciones de la Patrulla Fronteriza.
“Fue un abuso, nunca he falsificado nada, nunca he cometido delitos, ni he tenido ni una multa de velocidad, no merecía ese trato como criminal. Quiero que mi expediente quede limpio y que esto no me vuelva a ocurrir”, agregó.
La cruzada antiinmigrante que emprendió el gobierno federal ha detonado agresiones no solo a extranjeros, sino también a ciudadanos nacidos en el país, por cuestiones raciales.
El CBP defendió el actuar de su personal, asegurando que los oficiales pueden a su discreción, dudar de la documentación oficial que presentan las personas.
“Todo ciudadano estadounidense por ley tiene que mostrar su pasaporte u otro documento para comprobar su ciudadanía, y si no logra convencer al agente de que es ciudadano, entonces queda sujeto a una inspección como extranjero”, explicó un portavoz al diario angelino.
Jaime Diez, abogado del estadounidense que creció y estudió en México, asegura que el gobierno tiene la obligación de explicar por qué actuaron así los oficiales, pero temen que se trate de una práctica que se vuelva común.
“Si no es discriminación racial, no sé qué es…. el problema es que no sólo revocan el pasaporte sino que después ponen trabas para que puedan conseguir otros documentos oficiales. Las autoridades tienen que arreglar esto, darle a la gente el derecho al debido proceso, y dejar de suponer que todos los mexicanos, los que hablan español, no nacieron aquí”, declaró.
En mayo, otra agencia federal, el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), detuvo a la estadounidense Guadalupe Plascencia, solo por la sospecha de que era indocumentada.
El trato a Plascencia fue por demás ilegal con agresiones verbales de agentes como: “No eres nadie hasta que se defina la situación”.
La mujer de origen mexicano, también entabló una demanda en contra de “La Migra”, pero como demuestra el caso de Garza, no ha sentado un precedente para detener el actuar de las agencias migratorias.
Datos oficiales de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, informan que en Estados Unidos hay poco más de tres millones de ciudadanos con doble nacionalidad. Lamentablemente, la acometida discriminatoria de la administración Trump ya los alcanzó.