El autor de la escenas y el mundo de las calaveras y esqueletos caricaturescos retrató al México de principios del siglo XX. Su herencia ha trascendido y está más viva que nunca, tanto, que incluso fue "plagiado" por Disney.
Por: Oso Oseguera
Desde temprana edad, José Guadalupe Posada mostró destreza en la pintura y el dibujo. Aunque tuvo que imponerse a su padre, quien se oponía a que se dedicara a esa profesión. Los Posada eran una familia pobre.
A los 16 años, Posada ingresó al taller profesional de Trinidad Pedroso, en Aguascalientes, donde aprendió las bases del arte litográfico y donde dio rienda suelta a sus habilidades.
Pedroso vio el crecimiento de su pupilo y lo presentó con personalidades de la esfera periodística y de la prensa gráfica. Posada pronto logró publicar en el periódico “El jicote” (1871), cuando apenas tenía 19 años.
La familia de Posada percibía como poco sana la vida bohemia que el artista llevaba, y por ello, se empeñó en conseguirle una ocupación más segura. Así, lo nombraron maestro de litrografía en la Escuela Preparatoria de León, Guanajuato. Dio clases cinco años y la alternó con la actividad didáctica que la apasionaba: la caricatura y la litografía comercial —textos de anuncios y carteles— y el estampado de imágenes religiosas.
¡#FelizFinde! Hoy recordamos a un hidrocáldo que ha llevado el arte de a nivel global: José Guadalupe Posada pic.twitter.com/5js5uJuy5w
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En 1888 una terrible inundación lo hizo abandonar León y trasladarse a la Ciudad de México, donde pronto encontró trabajo en distintas empresas editoriales, una de ellas la de Irineo Paz, padre del poeta Octavio Paz.
En la Ciudad de México trabajó para muchos periódicos como “El Ahuizote”, “El hijo del Ahuizote”, “La patria ilustrada”, “Revista de México”, “Nuevo Siglo”, “Gil Blas”, entre muchos otros.
Recordamos en su aniversario luctuoso al famoso grabador: José Guadalupe Posada https://t.co/VvSokCPAZi pic.twitter.com/v5xwR8xHSa
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Fue así que conoció a Antonio Venegas Arroyo, con quien trabara una profunda amistad y una relación de trabajo fructífera. A partir de 1890 sus trabajos gráficos ilustraron publicaciones como historietas, liturgias de festividades, plegarias, cancioneros, leyendas, cuentos y almanaques.
En 1907 circulaba esta publicación con recetas de cocina editada por Antonio Vanegas, con grabados de José Guadalupe Posada en la portada. pic.twitter.com/iB5ies3PWk
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En esta época fue cuando dibujó caricaturas, bocetos y escenas de la vida cotidiana del México convulso porfirista. Con sus trazos, Posada dejó una crónica de la vida mexicana de la época y puso de relieve las preocupaciones de su pueblo. Sus caricaturas molestaron a varios y más de una vez fue encarcelado por el enojo de algún político o funcionario.
#UnDiaComoHoy de 1913 murió Jose Guadalupe Posada, caricaturista y grabador, uno de los grandes artistas mexicanos pic.twitter.com/JoNhLPCF6k
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Su obra no son solo las calaveras, como la célebre “Calavera Garbancera”, que luego Diego Rivera rebautizó como “La Catrina”. Posada retrató desastres, catástrofes de tipo natural, crímenes, los dobleces del alma humana, hechos políticos y sociales, ilustró corridos revolucionarios, milagros religiosos. Sus ojos no tenían filtro y dibujaba de todo.
Hoy recordamos al grabador mexicano José Guadalupe Posada a 104 años de su muerte con este #podcast https://t.co/tluh1Bt5X0 pic.twitter.com/NHRK47UhX7
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Posada fue redescubierto en 1933, veinte años después de su muerte, por el pintor Jean Charlot, quien editó sus planchas y reveló la influencia del aguascalentense en artistas de otras generaciones.
La herencia de un pueblo catrín
En San Juan Capula, Michoacán, se pintan artesanías basadas en la inspiración de La Catrina, gracias al artista plástico michoacano Juan Torres que instruyó hace 30 años a los alfareros del pueblo. Así que hoy este pueblo no solo vive de hacer platos y cazuelas, sino de obra creativa.
“Hasta los huesos” es un cortometraje también filmado en 2001 inspirado en La Catrina y en otros personajes de Posada. Se trata de la historia de un hombre y su llegada al mundo de los muertos, donde es recibido por un gusano, calacas sonrientes y la mismísima Catrina. Poco a poco nuestro personaje descubre que, salvo algunos inconvenientes, estar muerto no es tan malo.
Posada gustaba de las calaveras y la muerte, y esta le vino el 20 de enero de 1913 en la Ciudad de México. Murió pobre y fue enterrado sin celebración alguna. Siete años después, luego de que nadie reclamara sus restos, fue trasladado a una fosa común. La muerte halló a Posada retratando al México revolucionario. Su legado es inmenso y hoy se conmemora el día de su partida.
(Con información del libro Posada Monografía; 406 grababados de JGP con instrucción de Diego Rivera, Editorial Libros del Rincón, SEP)