“Yo soy una de los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en las sombras en los EE. UU.”, reveló una estudiante mexicana, en un emotivo discurso de graduación que retumbó a lo largo del país.
Larissa Martínez dejó la Ciudad de México siendo muy pequeña, huyendo de su padre, alcohólico y golpeador. Llegó con su madre a Texas, donde tuvieron que hacer grandes sacrificios para sobrevivir y pese a todo, la joven logró graduarse con honores de la McKinney Boyd High School, y ser admitida en Yale.
Lo extraordinario es que Larissa decidió utilizar su discurso para hablar por los 11 millones de inmigrantes indocumentados, que trabajan por un mejor país, pero que están marginados y temerosos de ser deportados.
“Quizá esta sea mi única oportunidad de decirles que los inmigrantes indocumentados son personas también”, dijo antes de recibir una ensordecedora ovación de parte de sus compañeros.
La joven graduada también se dio tiempo para condenar la retórica racista de Donald Trump, sin mencionarlo por su nombre.
“Podemos hacer a América grande otra vez, sin un muro construido sobre el odio y el prejuicio”, expresó.
Sus emotivas palabras encontraron eco en los medios de comunicación más importantes del país, en un momento en el que es trascendental dejar constancia de la contribución de todos los inmigrantes a la nación, independientemente de su condición migratoria.
Este fin de cursos, muchos graduados alrededor de la Unión Americana, han rendido homenaje al sacrificio que hicieron sus padres para llegar a Estados Unidos, y brindarles una educación de calidad.
Los birretes reflejan el compromiso por su país, y el orgullo por sus raíces.
El caso de Larissa es un botón de muestra para la Suprema Corte, que decide la viabilidad de la Acción Ejecutiva del presidente Obama, y brindaría ayuda a 5 millones de inmigrantes para regularizar su situación.
¿Acaso piensan que una estudiante de excelencia, debe ser deportada?
Recuerden que la educación no es peligrosa… la ignorancia, sí.
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