"Estoy avergonzada", dice una de tantas mujeres arrepentidas de votar por Trump.
No son pocos los casos de seguidores de Donald Trump arrepentidos por haberle brindado su apoyo. Algunos son víctimas de los aranceles y su guerra comercial, otros suplican por mano de obra inmigrante, pero hay un grupo que ha visto a sus familias resquebrajarse por su odio a los extranjeros.
Es el caso de Shirley Stegall, una mujer de Missouri que votó en 2016 por Trump y ahora se dice “avergonzada”, pues la fuerza antiinmigrante del gobierno federal deportó a su nuera, Letty, a pesar de estar casada con un ciudadano estadounidense y haber vivido desde 1999 en el país.
Letty llegó a los 21 años y se estableció en Kansas City. Se casó con Steve, el hijo de Shirley, obtuvo una tarjeta de seguridad social, un permiso de trabajo y una licencia de conducir. Incluso montó un negocio familiar, un bar llamado “The blue line”.
Hace seis años fue arrestada por conducir bajo los efectos del alcohol. Después de seguir su proceso legal, su caso fue turnado a inmigración donde se archivó pues no era considerado prioridad por la administración Obama, sin embargo fue reactivado por “La Migra” de Trump.
Desde que el empresario asumió la presidencia, los arrestos de personas inmigrantes sin antecedentes criminales se han incrementado un 150 %. Bajo el gobierno de Obama, a Letty le habría bastado registrar sus huellas digitales, reportase regularmente a migración, pagar tarifas de procesamiento y no volver a infringir la ley, para mantenerse en el país.
En febrero, el Servicio de Inmigración y Adunas (ICE, por sus siglas en inglés) ingresó al domicilio de Letty, la arrestó y sin el conocimiento de sus familiares la deportó a México desde un centro de detención en Brownsville, Texas.
“Estoy casada con un ciudadano estadounidense”, les dijo apurada a los agentes de ICE durante su arresto. “Tengo una hija que es ciudadana”.
Afuera del negocio de Letty ha habido manifestaciones a su favor:
A pesar de estar casada con un ciudadano norteamericano, la mexicana madre de una niña también estadounidense, podría pasar expulsada del país entre 2 y 10 años, si sus apelaciones progresan.
Su familia aseguró que no tramitó su “Green Card” al casarse, porque un abogado le dijo que “no tenía nada de que preocuparse” al tener esposo e hija estadounidense.
Stegall fue una de tantas personas con familiares hispanos que desoyeron la retórica racista que empleó en campaña en magnate, o creyeron su promesa de solo deportar a “delincuentes y pandilleros”.
“Siempre me he sentido orgullosa de ser estadounidense, pero ahora estoy avergonzada”, dijo Stegall a AP.
Familias estadounidenses están siendo víctimas de la acometida antiinmigrante de Trump. Según activistas más de 10,000 hogares han sufrido la detención de algún familiar por arresto o deportación, dejando desamparados a cónyuges e hijos nacidos en la Unión Americana.
“Está destruyendo las vidas de estadounidenses… ¿Cómo puedes hacer eso? ¿Cómo es posible que le haga esto a su propia gente?”, dijo Steve en referencia al presidente.
La agresividad de Trump en contra de los inmigrantes indocumentados que no han cometido delitos ni siquiera tiene apoyo popular. Igual que sucedió con los “Dreamers”, las encuestas demuestran que una gran parte de la población en estados como Texas están a favor de un camino para regularizar la situación de las personas que contribuyen con su trabajo al país.
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