El crispado clima político que ha provocado Donald Trump en el país ya le pasó la factura a varios de sus subordinados, al menos en la tranquilidad con la que pueden acudir a un restaurante a cenar.
El pasado viernes la vocera de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, reportó que la dueña del restaurante Red Hen, en una pequeña localidad rural de Virginia, se negó a servirle por un conflicto moral, ya que ella sirve a una administración cruel.
Last night I was told by the owner of Red Hen in Lexington, VA to leave because I work for @POTUS and I politely left. Her actions say far more about her than about me. I always do my best to treat people, including those I disagree with, respectfully and will continue to do so
— Sarah Sanders (@PressSec) June 23, 2018
Este incidente se suma a las protestas que no pudo soportar la secretaria de Seguridad Interior, Kirstjen Nielsen, cuando fue abordada por manifestantes en un restaurante de comida mexicana en Washington D.C. Lo mismo le sucedió al asesor antiinmigrante de Trump, Stephen Miller, a quien le gritaron “fascista”, también en un local mexicano.
Stephanie Wilkinson, dueña del Red Hen, explicó a The Washington Post que el staff de su restaurante se sentía muy incómodo de atender al rostro del gobierno que promueve la separación de familias inmigrantes y ha celebrado la discriminación a la comunidad LGBT.
“Entre mis empleados hay muchos gays, les pregunté, ‘¿qué quieren que haga?’, le puedo pedir que se vaya”, dijo al diario capitalino. La respuesta fue “sí”.
Jorge Ramos, periodista de Univision y fuerte crítico de Donald Trump, resumió de forma contundente la ironía que hay en que los empleados del presidente se quejen de ser expulsados de restaurantes.
“Dato interesante: Muchos restaurantes en el país dependen del trabajo duro y mal pagado de los trabajadores indocumentados. Qué irónico es que los funcionarios del gobierno de Trump sean servidos en restaurantes y hoteles por la gente que ellos tratan de deportar”, escribió en su cuenta de Twitter.
Interesting fact: many restaurants in the country depend on the hard work of underpaid undocumented workers. How ironic that Trump govt. official are served at restaurants and hotels by the same people they want to deport https://t.co/F6dDbITMie
— JORGE RAMOS (@jorgeramosnews) June 24, 2018
Cámaras de comercio y asociaciones de restauranteros han alertado públicamente sobre la crisis en la que se encuentra la industria por la acometida antiinmigrante de Trump, pues ha provocado falta de mano de obra. Los inmigrantes indocumentados son pilares de las cocinas en todo el país y los efectos de su ausencia serían catastróficos económicamente.
Por supuesto que Trump no se quedó callado y pronto se lanzó en contra del pequeño restaurante que se resistió a servirle a su vocera:
The Red Hen Restaurant should focus more on cleaning its filthy canopies, doors and windows (badly needs a paint job) rather than refusing to serve a fine person like Sarah Huckabee Sanders. I always had a rule, if a restaurant is dirty on the outside, it is dirty on the inside!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) June 25, 2018
“El restaurante Red Hen debería enfocarse más en limpiar sus sucios toldos, puertas y ventanas (que ya necesitan pintura) en lugar de rechazar dar servicio a una fina persona como Sarah Huckabee Sanders. Yo siempre tengo una regla, si el restaurante está sucio por fuera, ¡está sucio por dentro!”, tuiteó.
Para colmo de la mala suerte de la administración Trump, varios medios de comunicación reviraron y recordaron que mientras el Red Hen no recibió en todo el año ninguna observación de parte del departamento de salubridad, el restaurante de Mar-A-Lago, el club propiedad del republicano ha recibido una docena de reprimendas por falta de higiene.
La rebelión de los particulares en contra del gobierno de Trump va en aumento. En días recientes las aerolíneas United y America Airlines, se manifestaron en contra de que sus aviones se usen para transportar niños inmigrantes separados de sus padres.
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