Edna Chávez y Emma González encarnan las peores pesadillas del anquilosado "status quo" estadounidense. Son jóvenes, son hispanas y no están dispuestas a ceder un ápice por sus derechos.
Este fin de semana el país entero se cimbró con la histórica marcha “March For Our Lives“, encabezada por los jóvenes del país, conscientes y unidos en una sola consigna: “alto a la violencia armada” en los centros escolares, solapada por la Segunda Enmienda para el disfrute económico de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés).
El increíble movimiento que congregó a millones de personas en las principales ciudades de Estados Unidos fue marcado por dos jóvenes hispanas que representan las peores pesadillas del anquilosado sistema estadounidense, defendido por Donald Trump, el ala más conservadora del gobierno federal y NRA.
Edna Chávez y Emma González pronunciaron un par de conmovedores discursos en Washington D. C., en memoria de los caídos en la matanza en una escuela secundaria de Parkland, Florida, y los cientos de jóvenes que han perecido ante las balas disparadas por rifles de asalto, de libre venta en el país.
Ellas mejor que nadie tienen derecho a hablar al respecto, pues han vivido en carne propia la tragedia de la violencia sin razón.
Edna de 17 años se unió la organización Community Coalition del sur de Los Ángeles. Esta activista perdió a su hermano por violencia armada en un centro escolar.
“Esto es normal, hasta el punto que aprendí a esquivar las balas antes de aprender a leer”, dijo la joven latina.
“Son una líder joven, soy una sobreviviente. He vivido en el sur de Los Ángeles mi vida entera. He perdido mucha gente querida por la violencia armada… Mi hermano estaba en la secundaria cuando murió, era un día normal, su nombre era Ricardo, ¿pueden decir su nombre conmigo?”, preguntó previo al coro multitudinario de “¡Ri-car-do! ¡Ri-car-do!”.
Edna pertenece a un segmento muy vulnerable de la población en California, en los barrios hispanos, donde ser joven y mujer, sigue siendo peligroso, por el acoso de la policía y de las pandillas a la vez.
“Mi nombre (dijo en español) mi nombre es Edna Lizbeth Chávez. Recuerden mi nombre, recuerden nuestras caras. Recuerden cómo estamos haciendo el cambio”, sentenció.
Emma González, hija de un inmigrante cubano, se convirtió desde el día cero en la imagen de las protestas tras la masacre en Florida, perpetrada por un joven que pudo comprar un rifle de asalto con suma facilidad.
Bisexual y rapada, su rostro ha llegado a las portadas de revista, causando enojo del segmento ultraconservador del Partido Republicano, fiel a la NRA.
Tras mencionar a las 17 víctimas por su nombre (incluido el mexicano Martín Duque), Emma guardó silencio durante 6 minutos y 20 segundos, el mismo tiempo que duró la masacre.
Es muy significativo que dos jóvenes así encabecen un movimiento que puede cimbrar a Estados Unidos para siempre. El poder hispano en su máxima expresión.
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