Una nueva fuerza: más mujeres congresistas

Una nueva fuerza: más mujeres congresistas

Un total de 127 mujeres -102 en la Cámara Baja y 25 en el Senado- ganaron sus batallas electorales en los comicios legislativos de noviembre pasado. Es el congreso con más representación femenina.

Por: Florentina Romo

En julio de 1984, Walter Mondale, el candidato presidencial demócrata, eligió a Geraldine Ferraro como su compañera de fórmula. Era la primera vez en la historia de Estados Unidos que un partido importante nombraba a una mujer para ser vicepresidenta. En su discurso de aceptación, Ferraro dijo que “la historia de Estados Unidos se trata de que las puertas estén abiertas… siempre y cuando estén dispuestos a ganárselas”. Finalmente, Mondale perdió ante Ronald Reagan.

Tres décadas más tarde, esas puertas fueron arrancadas de sus goznes. La mitad de los candidatos que los demócratas nominaron para la Cámara de Representantes de 2019 fueron mujeres, lo que representa un aumento de 23 puntos porcentuales sobre la participación en 2016.

Mujeres y diversidad

Y no sólo eso, esta legislatura, la 116º, es el más diversa en la historia de Estados Unidos. Entre las 102 mujeres de la Cámara Baja hay lesbianas confesas, más afroamericanas, más latinas, dos mujeres nativas indias, una inmigrante somalí y la primera palestino-americana electa.

Antes de que las denuncias de agresión sexual pusieran en peligro la confirmación de Brett Kavanaugh en la Corte Suprema, el número récord de mujeres que se postularon para el cargo en el Congreso anunciaba un aumento de la cantidad de legisladoras que no se habían visto desde 1992.

Las filas de mujeres demócratas en la Cámara de Representantes crecieron en dos dígitos. El número de mujeres republicanas en el Congreso disminuyó.

En 1992, el número de mujeres senadoras aumentó de dos a siete, mientras que las filas de mujeres en la Cámara de Representantes aumentaron a 48. Pero al comienzo de la presidencia de Bill Clinton, sólo una cuarta parte de esas integrantes eran republicanas, una relación que es muy similar y no cambió mucho en 2019.

En un estudio publicado el verano pasado, Melody Crowder-Meyer y Rosalyn Cooperman, científicas políticas, describen cómo los dos partidos han desarrollado diferentes ideas sobre los roles de género. Mientras que la cultura demócrata “ha sido moldeada por grupos prominentes en el partido que han demandado políticas dirigidas a expandir los derechos y la representación de grupos de identidad específicos”, escriben las autoras, “los republicanos definieron una cultura partidista que impone roles de género tradicionales”.

Mujeres a la boleta

La líder demócrata Nancy Pelosi, la primera mujer en dirigir la Cámara Baja y la mujer más poderosa en Estados Unidos, se unió al Congreso en 1987, entonces solo había 23 mujeres. Hoy hay 102, de las cuales casi 90% son demócratas. Fue sorprendente cuando Pelosi pasó lista a las representantes demócratas como Alexandria Ocasio-Cortez, Barbara Lee, Jahana Hayes, Lauren Underwood y Sheila Jackson Lee, todas mujeres de otra raza.

A raíz de la derrota de Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de 2016, muchos expertos temían que el sexismo persistente entre los votantes estadounidenses siguiera poniendo en desventaja a las candidatas. Los votantes del Partido Demócrata, sin embargo, parecen haber llegado a la conclusión opuesta. Las mujeres que respondieron a encuestas de opinión se han vuelto contra los republicanos en proporciones récord, tanto por la elección de Trump, que ha sido grabado y exhibido sobre cómo alardea de su mal trato a las mujeres, y el movimiento #MeToo, que protesta contra el acoso sexual en el lugar de trabajo.

El mejor antídoto, cree el electorado demócrata, es poner a las mujeres en la boleta electoral: ser mujer fue una de las características más importantes para ganar una nominación a la Cámara de Representantes del lado demócrata en 2018.

No obstante, sería erróneo llamar al 2018 como el “Año de la Mujer” sin revisar qué pasa en la casa de enfrente. Entre los republicanos, la proporción de nominadas ese año fue apenas de 18%, poco mayor que la proporción registrada en 2004. En parte, esta discrepancia puede reflejar una mayor propensión a que las candidatas prioricen los temas que afectan de manera desproporcionada a las mujeres, como el acceso a la anticoncepción y la inclusión de la cobertura de maternidad en los planes de seguro de salud.

El partido demócrata, con una mayor concentración de mujeres que el partido rival, está más inclinado hacia las candidatas. Sin embargo, también se deriva de las diferencias de opinión sobre si elegir a más mujeres es un objetivo en sí mismo. Un informe del Pew Research Center publicado recientemente halló que 79% de los demócratas, pero solo 33% de los republicanos, cree que hay “muy pocas mujeres en altos cargos políticos”.