No solo exige permanecer en el país, sino además una compensación por tantas injusticias.
Por: Omar Porcayo
La mexicana Francisca Lino ha vivido durante 18 años en los Estados Unidos, ha trabajado, pagado impuestos y criado a sus hijos estadounidenses, sin embargo ha estado bajo el acoso permanente del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
Harta de la persecución, se decidió a demandar al gobierno de Donald Trump en la corte federal del Distrito Norte de Illinois.
Un día antes de la fecha en que debía presentarse en las oficinas de ICE con su pasaporte para abandonar el país, la madre de 50 años se refugió en la iglesia metodista Adalberto de Chicago, para desde ahí, pelear por su derecho a vivir con su familia.
En 2005 Lino acudió a una cita con las autoridades de inmigración para solicitar su residencia, como esposa del ciudadano estadounidense Diego Lino, con quien contrajo matrimonio en 2001. Contrario a regularizar su situación, todo desencadenó en una auténtica pesadilla que la tiene al borde de la deportación.
Aunque su caso no era prioridad durante la administración Obama, con Trump todo ha sido diferente, pues este gobierno persigue por igual a madres, padres y niños enfermos, que no representan un peligro para el país.
“Yo no soy una criminal, no soy terrorista. Por eso creo que tengo el derecho de defender a mi familia. Siempre dije que iba a luchar hasta el final y lo voy a cumplir”, dijo a Univision la madre de seis.
De acuerdo con su abogado Chris Bergin, el gobierno violó los derechos de la mexicana y la Quinta Enmienda al emitir una orden de expulsión luego de no otorgarle una audiencia, ni documentos en español, el único idioma que habla.
“Se violaron mis derechos, nadie me explicó qué tenía que hacer, yo no entendía el idioma y nunca me explicaron que me iban a deportar”, declaró.
“La actual administración está separando familias que como yo no tienen récord criminal. Que nos den la oportunidad de estar con nuestras familias, yo no solamente estoy hablando por mí sino por todas las familias, porque yo he visto el sufrimiento de estos niños, de esta iglesia, cómo ellos sufren porque no están sus padres. Yo no quiero que mis hijas pasen por eso”, expresó la mujer que es el sostén de su familia, pues su esposo sufrió un derrame cerebral.
Bergin informó que Lino no solo está demandando al gobierno permanecer en el país con sus hijos, sino una compensación económica por el estrés al que la ha sometido y las pérdidas económicas por negarle la residencia a la que tenía derecho.
“Lino no es un peligro para el país. Nosotros no estamos dándole techo a una terrorista, a una criminal, a una delincuente. Solamente estamos dándole hospedaje a una madre, a una esposa, a un ser humano. Para nosotros lo que ha hecho ella es un acto de valentía para proteger a su familia”, dijo la pastora de la iglesia Adalberto, Jacobita Cortés.
La mexicana se refugió en la misma iglesia de Chicago que Elvira Arellano, un símbolo de la lucha inmigrante por sus derechos y que evitó la deportación en 2006 con el mismo método.
Quizás estamos ante otro caso de una valiente que sentará un precedente para millones que están sufriendo la misma pesadilla.
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