En la marcha Vibra México, que convocaron organizaciones civiles, la gente fue por su propio interés y se notó.
Texto y fotos: Oso Oseguera
CIUDAD DE MÉXICO – Se vaticinó un marcha dividida. Y sí, así fue. Poca gente, pero convencida de lo que hacía ahí: en su gran mayoría, demostrar su coraje contra Trump, y otros reclamaron a Peña Nieto su tibieza y pendientes que trae en el sexenio. Así transcurrió la marcha #VibraMéxico.
Fue un marcha de miles de personas. Los más aventurados dicen 20,000, otros pocos dicen que 10,000. Difícil saberlo, pero no fue tan multitudinaria como se esperaba, aunque llegó al Monumento del Ángel de la Independencia, quedó un tanto desangelada. Gritos que se confundían, consignas poco pegajosas, una cabeza que condujera la marcha, pues.
Hubo de todo: niños, niños en carreola, jóvenes, viejos, ancianos, millennials, estudiantes, familias, gente sola. Incluyente, solidaria, carente de consignas, así fue la marcha. La clase media en México no marcha, parece que no sabe, no es lo suyo. Por momentos, hubo silencios prolongados… ¿de reflexión, de convivencia, de azoro de los otros manifestantes? A saber.
Queda demostrado que jamás estaremos unidos por una causa. Habrá que buscar otras fórmulas para transformar nuestra realidad.
— Alejandro Rosas (@arr1910) February 12, 2017
Eso sí, las ocurrencias en las pancartas eran mejor que las consignas. Los contingentes estaban claramente divididos. Los que llevó la UNAM, con edecanes y mantas hechas ex profeso, y las de las familias que tomaron un plumón, una cartulina y escribieron su rechazo, su sentir. También hubo quienes mandaron a hacer sus camisetas para la ocasión.
"de norte a sur
ganaremos esa luchala gente se pregunta
y esos quiénes son
somos mexicanos
defendiendo la nación"así las consignas
— Claudia Guerrero (@clausgr) February 12, 2017
La marcha transcurrió en completo orden. Hubo algunos que quisieron inclinar la balanza desde el comienzo contra Peña Nieto. Un camión de una organización —no tan organizada— ciudadana querían ir por Reforma en su motorizado y la policía de la ciudad “los encapsuló” y reclamaron censura. Vaya, también hubo de eso.
La llegada a la glorieta del Ángel de la Independencia ocurrió en menos de las dos horas programadas. Se cantó improvisadamente un himno nacional, se coreó el tradicional Mé-xi-co. Y algunos “chistosos”, quisieron dar vueltas con la bandera alrededor de la victoria alada, como ocurre cuando gana la selección mexicana de futbol, pero había tal cantidad de gente que pronto desistieron.
En las escalinatas de El Ángel se montó un muro simulado con pintas contra la xenofobia, el racismo y otras consignas. Ordenadamente se fue desmantelando dicho muro, cada “ladrillo” se quitó de su sitió y dio paso a los gritos: “No, al muro”.
En tanto, la asistencia bajo coreaba Mé-xi-co, cantaba, gritaba consignas que poco eco tenían.
Finalmente la banda policiaca dio las pauta y las notas para cantar el himno y a destiempo y desentonados, los asistentes gritaban, más que cantar. Se cerró con un “Viva México” y luego el silencio privó. La charla entre los que estaban ahí era más viva que las ganas de corear frases contra Trump.
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