A las faldas del Iztaccíhuatl, nuestros antepasados nos dejaron esta "joya".
A las faldas del fastuoso volcán Iztaccíhuatl, ubicado en el centro de México, arqueólogos mexicanos han encontrado un misterioso santuario natural que podría ser una representación del universo, herencia de los pueblos mesoamericanos.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), anunció el descubrimiento de un tetzacualco o adoratorio, cuya complejidad deja ver la cosmogonía de los pueblos originarios.
Se trata de un santuario de piedra ubicado en la zona conocida como Nahualac a 3,960 metros (13.000 pies) de altitud y en el que hay un estanque. Según los investigadores, el efecto óptico que se produce en el agua forma a algo muy parecido a la representación de un tiempo y espacio primigenio, es decir, a un modelo miniatura del universo.
Iztaccíhuatl quiere decir en náhuatl “mujer blanca”.
En la zona hay una gran variedad de utensilios y piezas decorativos dedicadas a deidades como Tláloc, “Dios de la lluvia”.
“La intención de que el agua rodeara elementos arquitectónicos rituales específicos parece haber sido una parte importante dentro del pensamiento mesoamericano, lo vemos en Tenochtitlan, o en la Ciudadela, en Teotihuacan”, dijo Iris del Rocío Hernández, arqueóloga subacuática del INAH.
La cultura de los pueblos mesoamericanos estaba profundamente relacionada con las manifestaciones religiosas y su sincretismo con la explicación del universo. Ciudades, pirámides, ornamentos e incluso la gastronomía, eran oportunidades para expresar su pensamiento.
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