Los profesores de California han perdido autoridad y llaman a la policía para remediar lo que su impericia provoca.
Por: Oso Oseguera
Una estudiante de Carolina del Sur –cuyo nombre no fue revelado–, de la preparatoria Spring Valley, fue arrestada por “ocasionar disturbios en la escuela” a mediados de octubre, según reportó CNN.
¿Qué disturbios? No dejó el teléfono celular. Los hechos fueron narrados a CNN por Niya Kenny, compañera de la detenida. El maestro le pidió que no usara más el teléfono celular, pero ella se negó. Él llamó a la policía y acudió al auxilio el agente Ben Fields. El representante de las fuerzas policiales le pidió a la alumna que lo acompañara, pero ella no se puso de pie. En repetidas ocasiones él le solicitó que cooperara, pero la chica no respondió ni se incorporó del pupitre. El policía y la alumna forcejearon, así que el agente violentamente la extrajo de su mesa-banco y la sometió y esposó. Aquí puedes ver el video:
Casos como estos son los que denuncia y compila el estudio de la American Civil Liberties Union (ACLU), “El derecho a permanecer como estudiante, cómo las políticas escolares en California fallan al proteger y servir“. Si bien el caso de la estudiante del video es de Carolina del Sur, el fenómeno se repite en algunos sectores de la sociedad por toda la Unión Americana.
ACLU solo se enfocó en los distritos escolares de California y halló un incremento de la fuerza policial en las aulas debido a faltas menores y violaciones de la conducta que no amenazan la seguridad del personal.
“Con más frecuencia de la deseada, el staff de la escuela llama a la policía para resolver un diferendo con algún estudiante, y este termina frente a un juez o pagando una multa”, dice Victor Leung, abogado de ACLU.
Según el estudio, los profesores ahora prefieren que “la mano dura” o imposición de la disciplina provenga de la policía y no de su boca. Es como llamar a un pirómano para encender una fogata. “La regla debería ser que la escuela resuelva esas infracciones menores con su propio personal”, dice.
Y es que en 98 % de los casos no es necesario avisar a los padres que su hijo será entrevistado por la policía y cerca de 99 % no exige que los oficiales asesoren a los estudiantes que aún no han sido detenidos de sus derechos constitucionales, incluido el derecho a permanecer callados.
Otras escuelas del estado, en San Francisco, Oakland y Pasadena, prohíben a los agentes responder a las llamadas por problemas de disciplina y dejan que el personal de la escuela atienda y resuelva los problemas de mala conducta.
El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles tiene una mención elogiosa por la política de solicitar una orden de búsqueda o judicial antes a la policía que desee interrogar a algún estudiante.
Como en la película de mediados de los años 90, “Mentes peligrosas”, con Michelle Pfeiffer, donde los alumnos tenían que pasar por un arco detector de metales antes de ingresar a la escuela, en el distrito de Los Ángeles se estipula en el reglamente que la policía no debe realizar esas revisiones y aun así lo hace.
Sin embargo, no todo es negativo. En algunos distritos ya tomaron nota de lo que deben hacer y en vez de tener más policías ahora contratan a más trabajadores sociales y consejeros.
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