El maíz con que se hace la tortilla viene de los dioses prehispánicos y hoy está en toda casa mexicana.
Por: Oso Oseguera
Su gran atributo es la sencillez y esto la hace versátil, puede acompañar una gran comida o ser el platillo principal en forma de enchiladas, chilaquiles, budín, entre otros. Las hay de colores, diversos tamaños y formas. Las hay hechas a mano y hechas con máquina.
Se desconoce con precisión su origen, pero hay referencias en la historia prehispánica y en su mitología. El Códice Florentino señala que los dioses descendieron del cielo a una cueva. Ahí, Piltzintecuhtli tuvo amoríos con Xochiquétzal. De este encuentro nació Tzentéolt, el dios del maíz, quien se metió bajo la tierra y dio a su vez otras semillas. De sus cabellos salió el algodón, de sus dedos el camote y de sus uñas otra clase de maíz. Este don lo hizo el predilecto de todos los dioses y lo denominaron “el señor amado”.
La tortilla no conoce de clases sociales: es el alimento que está presente todos los días en las casas de los mexicanos.
Y por lugar geográfico tomemos en cuenta lo que señala el Museo de Arte Popular (Asociación de Amigos): “En las tierras tlaxcaltecas, desde épocas antiguas, los elementos gastronómicos básicos en el arte culinario eran el maíz y el maguey. Del maíz, alimento por excelencia de esa región y al cual se le otorgaba un origen divino, se obtiene, entre muchas otras cosas, la tortilla. No olvidemos que Tlaxcala significa en náhuatl “lugar donde se hacen tortillas” y Tlaxcalli “tortilla o pan de maíz”.
El estudioso Juan Corominas, creador del “Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana”, señala que la palabra tortilla viene del latín torta, que a su vez proviene del griego tortídion (panecillo).
Sin embargo, actualmente la primera definición que ofrece el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) es la de “fritada de huevo batido, en forma redonda o alargada, a la cual se añade a veces algún otro ingrediente”. Para los mexicanos tortilla sólo hay una: es de maíz y se cuece en el fuego.
Octavio Paz, premio Nobel de Literatura, en sus pocas referencias gastronómicas hizo esta comparación en “Vislumbres de la India”: “… en lugar de pan, los indios comen una tortilla muy parecida a la mexicana que denominan ‘chapati’. Está hecha de trigo y sirve de cuchara, como la tortilla de México. Alimento y utensilio a la vez, esas cucharas son, sin duda, otro logro del diseño culinario de esas culturas admirables para las cuales la alquimia del gusto es un ejercicio de placer y libertad”.
Salvador Novo, cronista de la Ciudad de México a principios del siglo XX, la describió así: “Es nuestra cuchara comestible y el seguro tenedor para el cuchillo de nuestros dientes. Cortada en cuatro perfectos triángulos de cateto curvo, ¡qué perfectamente se pliegan a la presión de nuestros dedos a forrar, capturar y enriquecer el sabor del bocado de carne, o el chicharrón guisado, o los frijoles, o el arroz, y el último triángulo recoge hasta el último vestigio de salsa, y desaparece dentro de nuestro deleite!”. Así lo rescató la revista Artes de México en su número “Mitos del maíz”, junio de 2006.
Y no solo es un alimento favorito, también está incluida en frases coloquiales:
“Se le volteó la tortilla”: Quiere decir que la suerte ya no le favorece.
“Quedó hecho tortilla”: quedó aplastado.
“Es una tortillona”: es lesbiana.
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