Tiene nombre y apellido de cantantes famosos, pero lo suyo es la cocina mexicana y la buena atención. Solís y su hermana ya tienen un prestigio bien ganado en la capital estadounidense.
Por: Oso Oseguera
La travesía de Alfredo Solís para llegar a Washington requirió que partiera de la Ciudad de México, hiciera escala en San Diego, California, y llegara finalmente a la capital de Estados Unidos.
Alfredo Solís cuenta que su madre cocina todos los días y siempre les decía: “Mi casa no es hotel, así que si no están para el desayuno, tendrán que cocinarse sus alimentos”. Y él siempre llegaba tarde, así que aprendió a cocinar.
Tenía 19 años cuando pisó tierra estadounidense, sin experiencia en la cocina, sin hablar bien inglés. Lo contrataron como lavaplatos en un restaurante local al que llegaba en su bicicleta.
Se apuraba para terminar rápido las pilas enormes de platos y cazuelas para tener tiempo de pararse junto a los chefs y aprender. Así trabajó arduamente cuatro años, mandó dinero a México y ahorró lo suficiente para traerse a su hermana, y lo consiguió.
Casi dos décadas después, Alfredo Solís está de vuelta en la cocina, solo que esta vez él supervisa el desempeño de todos los empleados en Mezcalero, un restaurante de comida mexicana que montó con su hermana Jéssica en Washington, D. C., que ha recibido las mejores reseñas de la prensa local.
El restaurante está flamante, apenas abrió a mediados de enero, pero el prestigio de los hermanos Solís es bien conocido en la ciudad. Y es que tienen El Sol, un restaurante pequeño que cuando abrieron (2014) querían que sirviera comida para llevar, pero a la gente le gustó la calidez, el ambiente y, claro, la comida, y preferían quedarse a comer unos tacos en el sitio. Así que los hermanos decidieron abrir Mezcalero, con el doble de mesas para atender bien a los comensales.
Mezcalero sirve 17 diferentes tipos de tacos y tiene una barra especializada en mezcal (hasta 60 diferentes variedades). Claro, también sirve tortas, ceviches, enchiladas, pambazos y otras tantas comidas mexicanas.
En la reseña del Washington Post, por ejemplo, lo elevan a “los mejores tacos”, pero él se sonroja. Dice rápidamente que la cocina siempre fue una pasión familiar y que sus raíces culinarias se las debe a su mamá.
Solís es un apasionado de la cocina y del buen gusto. Mezcalero es el reflejo del sueño americano y él y su hermana lo atienden con orgullo, dedicación y esmero mexicano.
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