Trabaja en Harvard, y con sus robots miniatura va directo al centro del problema para salvar vidas.
Las enfermedades del corazón son una de las principales causas de muerte a nivel mundial, pero este mexicano está demostrando que se les puede combatir con nanotecnología.
Guillermo Ulises Ruiz-Esparza es un joven de 29 años que ya puso bien en alto el nombre de México al ganar varios premios con sus investigaciones sobre la aplicación de la nanotecnología a la medicina, específicamente para tratar la insuficiencia cardiaca.
La historia de Guillermo inició hace varios años, en su natal Aguascalientes, en la zona central de México, donde decidió estudiar biotecnología en el Tec de Monterrey. Sin embargo, cuando se graduó de su carrera tenía el deseo de lograr algo más, y realmente hacer la diferencia en su área, por lo que se siguió especializando con un posgrado en Harvard en Bio y Nanomateriales con aplicaciones médicas.
Actualmente Guillermo es el coordinador de una investigación en Nanosistemas Moleculares realizada por la Escuela de Medicina de Havard y Hospital Brigham and Women’s en Boston, en Estados Unidos.
El mexicano y su equipo están desarrollando un método que sirve para restaurar las deformaciones del corazón, utilizando nanovectores que se liberan terapias directamente en las células del miocardio.
Los nanovectores son robots en miniatura que tienen un tamaño 20,000 veces más pequeño que el de una célula, lo que les permite entrar literalmente hasta el centro del problema para solucionarlo.
Hasta ahora han conseguido varios tipos de estos nanorobots, los cuales pueden ser introducidos al cuerpo humano mediante inyecciones, vapores e incluso geles, y no solamente sirven para atacar enfermedades del corazón, sino también otros problemas crónico-degenerativos, la insuficiencia renal y heridas profundas.
Jesús del Álamo, director del Laboratorio de Tecnología de Microsistemas del MIT, puntualizó que la parte “más emocionante” del trabajo de Guillermo es que los robots incluyen sensores que permiten monitorear su ubicación y su acción en el cuerpo, por lo que podría ser la pauta para crear tratamientos personalizados para cada paciente.
Pero la labor de Ruiz-Esparza no termina ahí, sino que también quiere promover la ciencia entre los jóvenes mexicanos, y cada año invita a alrededor de 10 estudiantes de biotecnología a participar en la investigación.
“Siempre les digo: yo estoy haciendo la base para generar las oportunidades desde acá. (…) Aquí se entrenan y aprenden nanotecnologías para que regresen al país a aplicarlas”, dijo Ulises a Tec Review.
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