Una decena de mexicanos son reconocidos por el MIT gracias a sus ideas científicas revolucionarias y prometedoras.
Por: Oso Oseguera
El afamado Massachussetts Institute of Technology (MIT), a través de su revista MIT Technology Review en español, reconoce cada año a los mexicanos menores de 35 años con desarrollos, inventos o técnicas con potencial de cambiar su entorno.
La edición incluye a tres mujeres –una de ellas es la más joven de todos, con 23 años– y a siete hombres. Esta es la cuarta ocasión que se hace esta selección.
Para elegirlos, la publicación ha contado con la colaboración de un selecto grupo internacional de jueces expertos en las distintas categorías de los premios.
Esta es la decena de ganadores de los Innovadores menores de 35, México 2015, de la publicación del MIT.
1. Ramón Bacre
“El problema mundial más importante es el calentamiento global”, así lo dijo a MIT Technology Review en español. A Ramón Bacre, le preocupa mucho el calentamiento global, pero no solo dejó de usar el aire acondicionado y productos que dañan la capa de ozono. Fue más allá y se puso a estudiar intensamente, primero en el Tec de Monterrey y luego hizo una maestría en la UNAM en Ciencias de la Tierra. Montó su empresa Biotecnología Mexicana contra el Cambio Climático (BMCC) desde donde da la batalla para reducir las emisiones de carbono a la atmósfera y, de paso, hacer negocio.
2. Carlos Bernal
Carlos Bernal no lo vivió en carne propia, pero sí a través de su hermano, un cirujano, que no pudo operar en una ocasión porque el anestesiólogo tuvo un coma diabético y no llegó. Esto puso a pensar a Bernal en cómo es que un profesional médico no se atiende. Así que él discurrió un sistema para monitorear de manera no invasiva y en forma regular los niveles de azúcar en sangre de los diabéticos.
Así que pensó, ideó y desarrolló GlucosAlarm, que es también el nombre de la empresa que lo fabrica, un sensor que detecta en la orina los niveles de azúcar. Se instala en el retrete, así el diabético sabe instantáneamente cómo debe cuidarse.
3. Peter Bloom
En India, una comunidad de pescadores discurrió que sólo uno de ellos saliera a altamar y si veía buen momento para pescar, mandara un mensaje desde el celular a los otros botes para que zarparan. Así, la comunidad ahorraba litros y dinero en combustible.
Con una idea similar, Peter Bloom fundó Rhizomatica, una empresa que conecta comunidades que no tienen acceso al celular. “Ponemos la infraestructura de telecomunicaciones en manos de la comunidad”, le dijo a MIT Technology Review en español. Rhizomatica conecta, vía telefonía móvil de segunda generación (GSM), a 19 comunidades en Oaxaca. Los 19 pueblos pagan una cuota mensual fija para sufragar los gastos de mantenimiento del servicio y costos extras al mes por las llamadas a teléfonos fuera de esa área.
4. Eva Hernández
De tanto presionar a su mamá para que se atendiera una infección vaginal, le dio la idea a Eva Hernández para inventar un método no invasivo para saber si las mujeres padecen un mal vaginal. Hernández quería “un método que pudiera adherirse a la vida cotidiana, saber cómo estás y dar esa tranquilidad de que todo marcha bien”.
A sus 23 años, Hernández, veracruzana, inventó unas láminas que se colocan en los calzones de las mujeres, ahí reciben las secreciones vaginales y con base en tonalidades indica a la mujer si tiene algún mal. El método es 25 veces más económico y, sobre todo, menos doloroso. Lo comercializará su empresa V.Confident.
5. David Leal
La ingeniería reversible es muy utilizada en China para saber cómo hacen un aparato electrónico. Con ese principio, David Leal, ingeniero mecatrónico del Tec de Monterrey, pensó en cómo quitarle el tóner a todas esas hojas impresas que terminan en el bote de la basura.
Así, inventó la máquina para desimprimir y tener hojas blancas de nuevo. Su empresa, Reduse Ltd. promete un ahorro de 40% en la utilización de papel nuevo. La empresa ya tiene inversionistas muy interesados en el proyecto y en hacer comercial la idea.
6. Edgar Rodríguez
Tomar los elementos de la naturaleza. Este es el principio del invento de Edgar Rodríguez, estudiante de ingeniería Mecánica de la UNAM. La escasez de agua fue otro detonador. Con estas dos premisas, Rodríguez decidió capturar la humedad ambiental, que en ciertas zonas es de hasta 100%. Lo asombroso del invento es que el condensador que “exprime” el agua no utiliza energía eléctrica.
“La condensación a través de mallas se ha estudiado en otros países como Perú”, señala Rodríguez, “pero allí dependen de una corriente constante de viento para funcionar”, le dijo a la publicación del MIT. Su prototipo funcionaría no sólo en sitios con corrientes de aire, sino incluso donde no lo hay. En ello radica la innovación de su propuesta.
7. Víctor Serdio
El mundo pequeño es el que interesa a Víctor Serdio, nanotecnólogo mexicano residente en el Instituto Tecnológico de Tokio (Japón). Y para adentrarse en otros espacios, Serdio diseña chips diminutos que puedan ser utilizados en la biomédica. Y lo hace a través de su empresa Mursla Nanosensors.
El sensor fabricado por Serdio detecta proteínas que están relacionadas con el cáncer. De esta forma, su microchip acelera y brinda un diagnóstico más certero.
8. Elena Soaje
Revisar hojas de cálculo, matrices y cuadrar números era la pasión de Elena Soaje, una inquieta jalisciense. Su trabajo era ayudar al área de Recursos Humanos a contratar ingenieros. Pronto se percató que había escasez de chicos graduados en la materia. Y en vez de lamentarlo y cambiar de trabajo, decidió hacer algo para que como a ella les gustaran las matemáticas, las ciencias o la física.
Soaje quiso “inculcar a estos chavitos la idea de que estas materias no son tan complicadas como creen”, le explicó a la revista. Y fundó su empresa: Robocrea, un compañía que desarrolla programas lúdicos, divertidos y que despiertan la curiosidad de los niños en las materias “duras” que todo mundo huye en la escuela. El primer logro es un dron que se ensambla sin herramientas y vuela de manera autónoma, está hecho con piezas de Lego.
9. Marco Trujillo
Las enfermedades y las tantas posibilidades de curarlas también dan oportunidad de hacer negocios. Marco Trujillo y su socio Cuauhtli Padilla, jaliscienses, quieren que los ciegos puedan moverse casi como si vieran. Por ello diseñaron una pulsera que mediante ultrasonidos le “dice” al portador cuando hay un objeto frente a sí y que podría tropezarlo.
La pulsera o wearable la hace Sunu, la empresa fundada por Trujillo y Padilla, cuesta 350 dólares. Y quienes ya la usan -aseguran los emprendedores- rápido se adaptan, mucho más que al bastón, que toma seis meses aprender a usarlo.
10. Sharon Velásquez
Las bacterias acaban con todo a corto o largo plazo. Una fruta es carcomida y echada a perder por ellas, pero también el agua estancada. Sharon Velásquez, que estudia en la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, pensó que podría utilizar esta “maldad” para algo bueno. Y entre pruebas y teorías llegó a la conclusión que son útiles para producir electricidad.
“El objetivo de esta tecnología es dar una solución a los problemas de monitoreo ambiental, sobre todo de contaminación fecal que ocurre en periodos intermitentes y que no puede ser controlada continuamente con los sistemas actuales”, explica la ganadora mexicana a Technology Review en español.
Y en lugares de extrema pobreza, donde no tienen acceso a agua corriente potable y que proviene de pozos se vuelve relevante. Así el sensor que diseñó Velásquez “avisa” cuando hay un cambio químico en el agua… y no hay que ir al lugar, el sensor da conocimiento en cuanto ese vital líquido ya no es consumible. Por ahora, el invento está en etapa de prueba en Tanzania, bajo la supervisión de académicos de la Universidad de Ardhi.
(Fotos tomadas de MIT Technology Review en español.)
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