En los bosques tropicales de México, decenas de familias indígenas viven de la producción de chicle maya, un producto con gran tradición y con calidad digna de exportación.
En la época prehispánica los mayas utilizaban el chicle para asearse la boca antes de celebrar alguna ceremonia de carácter religioso, y también les era útil para calmar la sed cuando el agua escaseaba. Por supuesto, ese chicle maya era de origen natural, pues se obtenía de la corteza del árbol del chicozapote.
Por fortuna hay familias indígenas que hoy en día siguen viviendo del oficio chiclero, y de hecho, la exportación de este producto 100 % mexicano es una razón de orgullo para los productores locales que, además de todo, prestan atención al cuidado del medio ambiente.
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