El gobernador Jerry Brown retó abiertamente las políticas del gobierno federal.
Por: Omar Porcayo
Desde que Donald Trump asumió como presidente hace casi un año, California se ha constituido como el bastión de la resistencia en contra de su política antiinmigrante y durante la Navidad no hubo tregua.
El gobernador del estado dorado, Jerry Brown, perdonó a dos inmigrantes indocumentados acusados de sendos crímenes y frenó su inminente deportación.
Y es que el gobernador de extracción demócrata ha enarbolado la bandera proinmigrante, asegurando que todas las personas bajo su jurisdicción cuentan con su apoyo.
Una vez que la razón por la que se les estaba procesando para ser deportados fue eliminada, Mony Neth y Rottanak Kong, deberán solicitar a los tribunales de migración que reabran sus casos.
“Las detenciones de delincuentes se han centrado en grupos étnicos específicos en los últimos meses, de acuerdo con los abogados de inmigración que manejan los casos”, dijo a Sacramento Bee el abogado de los indocumentados de origen asiático, Kevin Lo.
Bajo la tutela de Brown, California se declaró al igual que Illinois un “Estado Santuario” para todos los inmigrantes indocumentados bajo el asedio de la administración federal. Uno de los grandes pilares de esta política es que las autoridades locales no cooperan con “La Migra” para detener personas con fines de deportación sin son criminales no peligrosos.
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