Ya no se puede confiar en nadie. Los argumentos de los dirigentes no son íntegramente originales.
Por: Grethel Delgado
¿Cuál es la imagen de un político? Una persona bien vestida, con saco y corbata, seria, confiable. Un momento… ¿Confiable? Bueno, en este punto ya no estamos de acuerdo.
La razón por la cual hace tiempo perdimos la fe ciega en los funcionarios y políticos, es su falta de originalidad. Claro que son originales, pero en los escándalos. La apabullante verdad hace que bajemos a estos políticos de sus pedestales.
En estos días, ya no nos sorprende que todos se copien. Ocurre en el arte: es un animal muerto que se repite en versiones y copias de algo ya creado.
Pero en política, no podemos apoyarnos en la frase “no hay nada nuevo bajo el sol”. Si bien muchos políticos se inspiran en otros, o en filósofos y sociólogos, esto debe tomarse solo como un referente. Copiar ideas de otros, es ilegal. Entonces, ¿cómo quieren que confiemos en ellos si cometen este tipo de fraudes?
Veamos lo que dice la Real Academia Española:
Ahora, hagamos un recuento de las “mentiritas blancas” de los políticos.
1. Pero, ¿no era de uso colectivo?
En su campaña presidencial de 1988, Joe Biden tuvo problemas con un discurso. Según una investigación de Maureen Dowd para el New York Times, Biden había plagiado un discurso del británico Neil Kinnock.
Yo solo copié un poquito.
2. Derechos de autor, ¿qué es eso?
“Perdí el rastro de las fuentes”.
3. Otra preferida de Merkel.
Angela Merkel tuvo que seguir lidiando con este tipo de asuntos. En 2013, la ministra de Educación y Ciencia, Annette Schavan, se metió en problemas. Llevaba en el cargo desde 2005, hasta que una manchita en su expediente académico lo cambió todo. El Consejo Académico de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Düsseldorf le quitó el título a Schavan. La universidad la acusó de “engaño intencional a través de plagio”.
La ministra estaba ganándose puntos con esfuerzos ajenos.
“Como una candidata doctoral, ella sistemáticamente y deliberadamente presentó esfuerzos intelectuales en su disertación que no fueron suyos”.
4. Pinocho, te está creciendo la nariz.
El presidente ruso Vladimir Putin también fue acusado de plagio en su tesis de doctorado sobre economía. La tesis fue discutida en la Universidad Estatal de Leningrado. Pero en 2006, un estudio demostró que su tesis tenía muchos textos de un libro publicado anteriormente.
Vlad, no se dicen mentiras…
Además, los investigadores del caso suponen que habría otros textos plagiados. Sin dudas, este fue el caso más grave de plagio en Rusia, y en la esfera más alta.
5. ‘Copy and Paste’: benditas acciones.
También las figuras religiosas caen en la tentación del plagio. Es el caso del rabino francés Gilles Uriel Bernheim.
Era la mayor autoridad de los judíos en Francia y tuvo que dimitir por voluntad propia en 2013. Su error estuvo en el libro “Cuarenta meditaciones judías”. Encima de todo, se justificó diciendo que el autor que trabajó junto a él fue responsable de hacer cambios sin su conocimiento.
En su blog, “Arqueología del copia y pega”, Jean-Noël Darde, detectó muchos fragmentos del libro que coincidían con textos de Joseph-Marie Verlinde. Además, fueron encontrados fragmentos que correspondían a obras de otros escritores.
¿Cuál fue la respuesta? El Gran Rabino de Francia dijo que había sido engañado.
“Sin embargo, soy responsable. Pido disculpas a los autores cuyos textos fueron copiados, a la gente que leyó estas “meditaciones” y a mi editor”.
6. Plagiar o no plagiar, ese es el dilema.
7. Mientras tanto en Rumanía…
Otra tesis doctoral con evidentes muestras de plagio. Ahora, el rumano Victor Ponta, quien fuera primer ministro. La acusación, de 2012, fue anotada por Ponta como un ataque político por parte del presidente Traian Basescu.
Pero en 2014, tras un panel con la Universidad de Bucarest, tuvo que renunciar a su doctorado. Su tesis doctoral, de 2013, era nada más y nada menos que sobre la Corte Criminal Internacional.
Ahora, ser original es no serlo.
La lista es interminable, y no nos cuesta creerlo. Se suman nombres como John Walsh, senador de Montana, el candidato republicano Ben Carson, Melania Trump, y los que faltan por descubrirse.
Los políticos deberían pasar un test de plagio antes de comenzar a soñar con sus candidaturas. Pero como los errores se maquillan muy bien, aquí seguimos, descubriendo poco a poco quiénes nos gobiernan –o creen que nos gobiernan.
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