Así era Juan Gabriel en concierto

#JuangaEnVivo: Así prendía a la concurrencia el “Divo de Juárez”

Las nuevas generaciones lloran en las redes a Juan Gabriel y confiesan que no lo vieron en un concierto en vivo.

Por: Oso Oseguera

Aunque seguía bailando y zapateando, a últimas fechas, Juan Gabriel se sentaba por momentos en una silla… era un trono para el rey del espectáculo en vivo. Dicen que solo él y “Chente” se entregaban con fervor a su público: uno se murió y el otro se retiró.

Juan Gabriel, dicen quienes lo conocieron de cerca, tenía dos personalidades: la pública y la privada. La más conocida es la segunda. Y de esta tenía varios matices, dependiendo dónde se presentara. Si estaba en palenque era uno, si estaba en auditorios otro y uno más cuando fue al Palacio de Bellas Artes.

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Portada del disco del concierto de Juan Gabriel en su primera presentación en el Palacio de Bellas Artes, 1990.

“Siempre fue entregado, amoroso, cariñoso y muy alegre”, le dijo a Barrio Violeta Burgos, cajera de banco, que no falló a los tres sitios para verlo “de cerca, de cerquitas y de lujo”.

En 1990, cuando Juan Gabriel dio su primer concierto en Bellas Artes se levantó polvo y humo en los periódicos. Para el periodista cultural Víctor Roura, “Bellas Artes fue momentáneamente un palenque, un estudio de Televisa, un recinto de Ocesa. La magnífica coyuntura, pues, del naciente empresariado nacional popero para introducirse en campos fértiles, inexplorados, velada, raquítica, reducidamente seducidos”.

Carlos Monsiváis, quien escribió el programa de mano, apoyó abiertamente la puesta en escena.

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Juan Gabriel abogó a su favor diciendo que música como la de Beethoven, Bach y Mozart, fue popular en su momento y luego se convirtió en clásica.  Así se expresó el “Divo” en 1990 durante el concierto de Bellas Artes, cuando por primera vez desde que se inauguró el palacio en donde solo se habían cantado óperas, tocado conciertos sinfónicos y representado teatro clásico, se le daba un espacio a la música popular.

Este es el detrás de cámaras del tercer concierto en Bellas Artes de 2013 para celebrar sus 40 años de carrera artística:

En Bellas Artes, las tres veces que asistió a dar concierto, la gente se puso de pie y bailó junto con el cantautor, mientras él daba vueltas y los alentaba con la mano a seguir la fiesta.

En cualquier escenario, el “Divo de Juárez” prendía a la audiencia, incendiaba los corazones y regalaba sonrisas, besos y apapachos a su público querido. Saltos, brincos, vueltas, trajes con lentejuelas, peinado con pistola, giros de cabeza, rosas en la solapa… y trajes de colores pastel o chillantes.

“En los palenques hacía bailar amaneradamente a los rancheros bigotones con coñac y pistolas, con canciones a gogó eternas, manejando los crescendos y las dynamics y las joterías: un James Brown”, explicó José Luis Paredes Pacho a Nicolás Alvarado, director de TV UNAM, quien lo citó en su columna de Milenio.

En uno de los conciertos en Bellas Artes la gente coreaba “Querida” y él agradecido les decía: “Ay, qué divino se escucha. Gracias por cantar mis canciones, queridos”, cediéndoles el micrófono y dejándolos cantar con la orquesta.

En casa de la periodista Kathya Millares, llegó pronto el sinsabor del desamor. “En mi herencia emocional materna figura una canción de Juan Gabriel. Se llama ‘Lástima, es mi mujer’. La escuché por primera vez a los cinco o seis años… Yo estoy sentada en el piso y mi madre se acerca al librero. Abre una de las puertas inferiores, saca un LP con la portada roja.

Hacen bonita pareja
y los dos se ven muy bien
y me digo sollozando
lástima, es mi mujer’.

De golpe, sin advertencia alguna, entro en el mundo del desamor interpretado por Juan Gabriel. Esta es una de las versiones del desamor que yo he aprendido a cantar. Qué duda cabe: es la más cercana a mi corazón”, escribió Millares en Nexos.

El Juanga del pueblo

En los palenques, donde se goza de más intimidad, Juan Gabriel no era diferente. Solía arrancar las veladas con la canción “No vale la pena” y desde ese momento y hasta el final el público se entregaba a su “Divo de Juárez” como un coro masivo.

En los palenques no se puede bailar, pero en el auditorio o hasta en Bellas Artes, el público se mantenía de pie casi todo el tiempo, cantando, bailando y rendido ante su artista favorito.

Juanga siempre dejó en claro que su espectáculo era para desbordarse en alegría y diversión, sobre todo cuando él hacía sus demostraciones de baile.

¡Canta, vibra, goza que la vida es hermosa y en el mundo hay tantas cosas que te ponen muy feliz! @AuditorioMx Hoy!

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En cada uno de los temas, los integrantes del grupo de mariachi tenían una coreografía especial, lo mismo el coro, quienes se movían al ritmo del cantante que cantaba dos, tres y hasta cuatro horas.

Gracias a mi hermosa #patycantu #Billboards2016 #billboards #latinbillboards2016 #juangabriel

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Todos caían rendidos a sus pies

“En el palenque de San Marcos, en 2010, Juan Gabriel se acerca a uno de sus imitadores ubicado entre el público, con quien interpretó algunas canciones y a quien le agradeció ser motivo de inspiración. A cambio recibió un beso en la mejilla y otro en la mano de parte de su doble, quien iba también vestido con ropa llamativa”, cuenta José Luis Topete, burócrata que asistió a ese show.

“En el año 2004 me tocó cubrir un concierto de Juan Gabriel en Miami para una revista en la que trabajaba en aquel entonces”, le dijo a Barrio la periodista argentina Mandy Fridmann, colaboradora del diario angelino La Opinión.  “Recuerdo que estaba a tres filas del escenario. Aunque sabía de su grandeza, mi emoción era más profesional que personal, porque no tuve la suerte de criarme con su música pues en Argentina, en el último lugar del mundo,  lo bueno no siempre llegaba. A la tercera canción Juanga ya me había conquistado como espectadora, y a la hora ya andaba saltando y bailando ‘Noa, noa’. Esa noche supe, en carne y corazón, que nadie podía resistirse a sus encantos si tenía la maravillosa oportunidad de dejarse envolver con su magia”.

Gracias a todos los que comparten alegrías

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El escritor Luis González de Alba, exactivista del Movimiento del 68, confiesa que hay una canción de Juan Gabriel que no toca porque lo hace llorar: “Se me olvidó otra vez”.

Héctor de Mauleón, periodista y cronista urbano, reconoce la importancia del artista para su generación:

 “Las canciones de Juan Gabriel son un telón de fondo: el centro secreto de nuestras vidas”.

Este año, miles de hispanos extrañarán su presencia en Las Vegas, en donde el Divo de Juárez se presentaba sin falta para celebrar el Día de la Independencia de México. El tourMexxico es Todo” ya tenía fecha arreglada en la Mandalay Bay Arena para el 16 de septiembre, pero esta vez, sus fans tendrán que cantar por su cuenta.