La agrupación londinense conoció al México real, sin maquillaje, y como un gesto de amor por su fans mexicanos, plasmó ese suculento encuentro en un video.
En abril de este año, la banda británica vistió la ciudad de México para ofrecer tres conciertos en el gigantesco Foro Sol de la CDMX. Durante su estancia en el país, Chris Martin y compañía se dieron la oportunidad de recorrer las calles de la capital mexicana en bicicleta.
Pero la idea de rodar por la Colonia Roma no fue un impulso gratuito. Coldplay tenía en mente grandes planes para un video musical, que hoy, cuatro meses después de la filmación de esas escenas en bicicleta, fue finalmente lanzado a nivel mundial.
Sueños ‘technicolor’, a la mexicana
El video “A Head Full of Dreams”, cuarto sencillo del álbum homónimo de Coldplay, es una delicia para los chilangos. En él se aprecian las calles de la ciudad, con sus taxis rosas y su tráfico habitual. Un organillero que sonoriza el ambiente citadino hace acto de presencia, así como un niño que juega con un balón de futbol sobre el pavimento.
Al inicio del clip aparece un pequeño vestido con su camiseta de los Pumas, así como una chica ataviada con un colorido traje de bordados típicos. Un bolero en la plaza del metro Insurgentes le sonríe a la cámara mientras ejecuta su oficio, una bandera tricolor ondea sobre el segundo piso del Periférico, y una mujer es captada mientras trabaja la masa “garnachera” entre sus manos.
Y Coldplay no escondió ningún aspecto de esa explosiva metrópoli que los acogió con tanto amor, ni tampoco se instaló únicamente en un vecindario “lindo”. En su video aparecen también los barrenderos, los recolectores de basura, los puestos callejeros, los puentes peatonales, las colonias no adineradas, y la gente común y corriente.
Porque México no son solo esos barrios que “retratan bien” y que aparecen en los anuncios comerciales, ni ese Zócalo disfrazado en el que James Bond filmó una persecución de antología. México es ese folklor urbano que se plasma de manera fiel en este video musical. La “selva de concreto” es así, hipnótica y seductora, sin necesidad de filtros ni de escenografías bien cuidadas, y Chris Martin lo sabe bien.
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