El lema de muchas policías en los Estados Unidos es "para proteger y servir", pero en Florida debería ser "para hostigar y luego proteger y servir".
Por: Omar Porcayo
Marcos Antonio Huete fue atropellado dos veces el 27 de abril: primero por una conductora de Key West, Florida, y luego por la frialdad e intransigencia del actual sistema migratorio.
El inmigrante sin autorización hondureño fue golpeado por una conductora y derribado en el asfalto. De acuerdo con un video de la policía, publicado por Telemundo, un agente del departamento de Monroe se dedicó primero a cuestionarlo sobre su estatus migratorio, antes que a auxiliarlo.
“¿Hablas español?… ¿Tienes ID?… ¡¿Pasaporte, visa… qué?!… ¿Eres ilegal?… ¿Eres un ciudadano ilegal?… “, preguntaba insistente en inglés el uniformado, mientras Huete estaba tirado. Fue hasta que llegó otro policía que en español le preguntó si quería ser atendido por una ambulancia, que llamaron a emergencias.
El golpe que se llevó este trabajador de la construcción y padre de dos hijas, fue solo el principio de una pesadilla que lo tiene recluido actualmente en un centro de detención.
Su hermana Olga contó a Univision que solo unas horas después de que fue atropellado, un policía lo estaba esperando afuera del hospital para llevarlo de regreso al lugar del accidente con todo y muletas. Ahí se determinó que él fue el culpable del accidente y lo multaron con 75 dólares.
“Estoy indignada, no puedo creer que supuestamente con toda la ley que hay aquí, la señora que lo golpeó se fue sin problema y mi hermano fue declarado responsable; el hecho de que no tengamos papeles, no quiere decir que no tengamos derechos”, dijo a la televisora hispana la inmigrante centroamericana.
Después de eso, Marcos Antonio fue detenido por la Patrulla Fronteriza. Está acusado de reingresar al país, por lo que enfrenta cargos criminales y la inminente deportación a Honduras.
La oficina del sheriff en Monroe se limitó a emitir un comunicado en el que admitió “no tener ninguna política” respecto a la colaboración de sus agentes con las autoridades de migración, por lo que no había violación a ningún reglamento.
Para Howard Simon, director ejecutivo del capítulo de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), la conducta del oficial es una “ofensa a la sensibilidad sobre los derechos humanos”, ya que tuvo primero que nada salvaguardar la integridad del accidentado.
Exactamente esta es la actitud que la administración Trump busca de todas las agencias en el país, policías que prioricen el hostigamiento a los inmigrantes y los reporten con las autoridades. De hecho, que asuman el papel de oficiales de inmigración.
Activistas, organizaciones y autoridades locales, han asegurado que este proceder pulveriza la confianza de los ciudadanos en la policía. ¿Quién querría reportar un accidente o un delito, si los policías lo interrogarán sobre su situación migratoria?
En Florida, el alcalde de Miami, Carlos Giménez, fue uno de los primeros en renunciar a las políticas de ciudad santuario por las amenazas de Trump de recortar fondos públicos. Otras ciudades como Los Ángeles, Nueva York y Houston, se mantienen estoicas, aguantando la ofensiva de la Casa Blanca, para que sus oficiales se comporten como este agente de Monroe, inhumano y hostigador.
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