Alexis Jiménez López sabía que la mejor manera de ayudar a los artesanos de su región, era aprovechando su talento, digno de exportación.
Los jóvenes algunas veces tienden a olvidar o a sustituir las tradiciones de los ancianos, y ahora con la presencia de las redes sociales los jóvenes indígenas parecen hacerlo más rápido que nunca, pero en un máximo esfuerzo con convencer a la gente de su edad — y a todo el mundo— de que su cultura es hermosa, este chavo hizo algo increíble.
Alexis Jiménez López tiene 27 años y es originario de Xochistlahuaca, en la Costa Chica de Guerrero, un pueblo en donde las mujeres siguen vistiendo huipiles bordados en telar todos los días y los hombres se dedican a cuidar sus milpas o a trabajos artesanales como talabartería.
Sin embargo, las generaciones más recientes ya no querían seguir esas tradiciones, así que Alexis decidió hacer unas ligeras modificaciones y convirtió sus huaraches viejos en la nueva moda.
Tradicionalmente, los zapatos amezcuos están hechos con dos tiras cruzadas de piel, suela de llanta y una correa también de piel, pero Jiménez cambió las cintas de piel por unas bordadas en telar de cintura, con diseños originales y muchos colores.
“Con los huaraches queremos revitalizar nuestra tradición y vivirla con mucho orgullo”, dijo el emprendedor a La Jornada Guerrero.
Pero su atrevimiento hizo que algunos se sintieran incrédulos del producto, pues Alexis dijo a El Universal que los artesanos más experimentados no confiaban en que los nuevos diseños se vendieran, es más ni siquiera creían que fueran buenos.
Fue por esto, y porque le costó un poquito de trabajo convencer a los talabarteros de que los huaraches sí se venderían, que tardaron un poco en armar el primer lote, que llevó a una exposición en Veracruz.
Por suerte, y porque están muy lindos, todos los huaraches se vendieron, y Alexis volvió a su pueblo con las buenas noticias para sus artesanos, a quien él agradeció por haber confiado en sus ideas.
“Nosotros le debemos mucho a nuestros pueblos, nos heredaron la tradición, si no fuera por personas que se han esforzado para que estos trabajos no se pierdan, nosotros no estaríamos haciendo este trabajo”, aseguró a La Jornada.
A partir de entonces, el negocio ha ido creciendo poco a poco y ahora están exportando hasta países como Alemania, Estados Unidos, Chile y Colombia, donde se venden como pan caliente.
Sin embargo, el joven aseguró a El Universal que ahora solo hacen huaraches por pedido, pues quiere que se sigan respetando los procesos artesanales de los indígenas de su pueblo.
Y lo mejor es que gracias a este proyecto ha logrado no solo hacer que otras personas de su edad se interesen por su cultura, sino que también está ayudando a su comunidad a combatir el rezago económico y educativo en el que viven.
“En Xochis hay muchos problemas, muchas carencias y una forma de regresarle algo a la comunidad, es hacerlo bien. Xochis ha vivido en una crisis política y social desde hace muchos años y eso nos ha obligado a aprender a ser autosuficientes, autogestivos y a resolver nuestros problemas, pero la única forma de materializar eso es trabajar de forma colectiva”, afirmó Jiménez.
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